El Barrio de la Latina es sin duda uno de los barrios históricos de Madrid. Sinónimo de planes de domingo, de rato del vermut, de paseos por el rastro y también de algunos de los rincones con más encantos de la ciudad, alejado de los grandes edificios y que te lleva de vuelta a los paisajes de la antigua villa de Madrid. Sus calles conservan el trazado que ya tuvieron hace siglos, como puede verse en el plano de la Villa de 1656. Algunos de sus nombres (puerta de Moros, plaza de la Cebada, calle de la Morería, la propia Latina) nos trasladan a un tiempo en que esta zona era el verdadero centro de la vida en la ciudad.
Se encuentra situado al sur de la ciudad, dentro del distrito que el ayuntamiento denomina Palacio en la zona baja del centro histórico, justo bajo la Plaza Mayor, desde donde se puede ir perfectamente andando sin ningún problema.
Pese a que todo el mundo conoce esta zona como La Latina, se trata de un barrio oficioso, pues para las autoridades se trata de una zona sin definir dentro del barrio Palacio en el distrito Centro. De hecho, existe un barrio oficial llamado La Latina, más al sur en la zona de Carabanchel.
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¿Por qué el nombre de La Latina?

El sobrenombre de La Latina le viene dado al barrio por una de las grandes personalidades de la historia de Madrid. Se trata de Beatriz Galindo, apodada La Latina por ser consejera y profesora de latín de la reina Isabel La Católica entre los siglos XV y XVI. Pero mucho más allá de ser una simple profesora de idiomas, La Latina dejó huella en la historia de la ciudad por las obras que promovió y la cultura que difundió. Muchos de estos edificios que logró levantar se situaron en el que ahora conocemos oficiosamente como barrio de La Latina en honor a tan famoso personaje.
Beatriz Galindo, también llamada La Latina, nació en el seno de una familia de buena posición económica venida a menos. Muy pronto destacó de entre todos sus hermanos por su inteligencia. Por este motivo sus padres decidieron meterla a monja. Pero antes, querían que aprendiera gramática en la Universidad de Salamanca. Ninguno de sus profesores podía imaginar que estaban formando a una mujer que iba a tener un hueco en la historia de España por méritos propios.
A los 15 años de edad Beatriz no solo leía y traducía perfectamente a los clásicos, sino que era capaz de hablar en latín con gran fluidez. Su fama pronto se extendió y llegó a oídos de Isabel la Católica. La reina mandó traer a la Corte a esa joven a la que todos conocían como La Latina, convirtiéndola en poco tiempo en una de sus más fieles consejeras y, por supuesto, una de sus profesoras particulares, especialmente del desaparecido idioma.
Tras la muerte de Isabel La Católica, una todavía muy joven Beatriz Galindo decidió dejar la Corte y sumirse en un retiro voluntario espiritual y cultural, no sin antes terminar algunas de las principales obras de caridad que había iniciado y planeado junto con su valedora. La Latina fundó el convento de las Jerónimas y el hospital de La Latina, donde se atendía a personas sin recursos y desahuciadas, especialmente a mujeres desvalidas. Se encontraban donde hoy en día puede verse el teatro que lleva su nombre, junto a la Plaza de la Cebada.
Beatriz Galindo murió en Madrid, en 1535, con casi 70 años. Fue enterrada bajo el altar del coro alto de la iglesia del primer monasterio de las Jerónimas. En 1891 sus restos fueron trasladados y se descubrió que su cuerpo parecía incorrupto.
La Latina fue una mujer íntegra y adelantada a su época. Probablemente la más culta de la España del siglo XV. Como reconocimiento, en Madrid tiene un barrio, un teatro, una escultura, un distrito, una calle y una parada de Metro que llevan su nombre.
Mapa de La Latina
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Un recorrido por La Latina ¿Qué ver?
Lo ideal para hacer un recorrido por La Latina es perderse por sus calles, disfrutar los olores de sus bares a la hora del vermut, degustar sus aperitivos y pinchos de tortilla y descubrir sus rincones y plazas. Lo más normal es empezar en la Plaza de la Cebada, junto a la parada de metro La Latina, aunque también se puede bajar desde la Plaza Mayor por la Cava Baja, o todavía mejor, terminar la visita subiendo por esa calle, uno de los lugares más típicos y castizos para comer de la ciudad.
Plaza de la Cebada, Mercado y Teatro de La Latina

La Plaza de la Cebada es, sin duda, el punto neurálgico y el corazón de La Latina. Se trata de un punto de encuentro donde siempre comienzan los planes de pinchos y cervezas por el barrio cada domingo. Destaca en ella que no es una plaza como tal. Más bien es una pequeña rotonda con espacios de acerado a su alrededor y con un diseño ciertamente irregular. En ella se encuentra el Teatro de la Latina, uno de los más populares y alternativos de la ciudad, así como el Mercado de la Cebada, un clásico mercado de barrio con gran tradición.
Los orígenes de la Plaza de la Cebada están muy relacionados con el comercio, uso que se le sigue dando gracias al Mercado de la Cebada. En ella se comerciaba con cereales, legumbres y tocino que llegaban a Madrid a través de la Puerta de Toledo. El nombre de Plaza de la Cebada se debía a que en este lugar se separaba la Cebada que llegaba a la ciudad según su uso, distinguiendo la que se destinaba a los caballos del rey de la de los regimientos de Caballería. Más información»
El Rastro de Madrid

El rastro de Madrid es uno de los mercados urbanos al aire libre más importantes de occidente. Se organiza cada domingo o día festivo por la mañana en las calles de La Latina, especialmente con epicentro en la calle Ribera de Curtidores, aunque con diferentes zonas diferenciadas, abarcando multitud de calles y plazas del barrio. Entre sus puestos pueden encontrarse todo tipo de productos, desde artículos de segunda mano a libros antiguos, pasando por música, vinilos, sellos y todo tipo de obras de arte.
Fuentecilla de La Latina

No es precisamente La Latina un barrio de los que suelen denominarse monumentales. No contiene grandes edificios gubernamentales (más allá de sus principales iglesias y basílicas) ni grandes y llamativas fuentes o monumentos. Uno de los pocos conjuntos esculturales que pueden encontrarse en La Latina es la que se denomina como Fuentecilla, situada en una pequeña plaza de forma triangular a medio camino de la calle Toledo, en la confluencia con la calle Arganzuela.
La Fuentecilla se llama popularmente así, según dicen algunos historiadores, porque justo a su lado existía un pilón de agua pequeño que fue mandado derribar por el alcalde poco antes de construir el nuevo monumento.
Se trata de un monumento serio, un tanto fúnebre y, para algunos, de dudoso gusto, compuesto con materiales desechados de otros monumentos y fuentes ya desaparecidos como la Fuente de la Abundancia que existía antiguamente en la Plaza de la Cebada. Se construyó en 1815 como homenaje a la entrada a Madrid del rey Fernando VII tras su exilio en Francia, idéntico origen que tendría la Puerta de Toledo muy pocos años después, donde se puede leer también una dedicatoria al monarca. El monumento, construido en granito por el arquitecto Alfonso Rodríguez, representa el poderío de la monarquía española sobre los dos hemisferios
Puerta de Toledo

En la parte baja de la calle Toledo podemos encontrar la Puerta de Toledo, la última de las grandes puertas en forma de arcos del triunfo que se construyó en Madrid, situada sobre una plaza del mismo nombre.
Se trata de un arco del triunfo dedicado a al rey Fernando VII y a la independencia española. Se proyectó en 1813 como conmemoración de la llegada de José Bonaparte al trono español, pero ese mismo año los franceses fueron expulsados y el proyecto se paralizó. Poco después, con la vuelta de Fernando VII al poder, se retomó el proyecto bajo la dirección del arquitecto Antonio López Aguado para dedicarlo al nuevo monarca y a la victoria española sobre los invasores. Durante ese cambio, el proyecto varió ligeramente sus características. Por ejemplo, en el cofre escondido en sus cimientos que debía funcionar como cápsula del tiempo, desapareció un ejemplar de la constitución, sustituyéndolo por otros objetos simbólicos de la monarquía como monedas con la efigie del rey y publicaciones de la época. También se cambió la inscripción que preside ambas caras del monumento, cuya traducción del latín original reza tal como: “A Fernando VII, padre de la patria, el deseado y restituido exterminada la usurpación francesa”.
La Puerta de Toledo mide 29 metros de alto y 28 de largo, con un estilo neoclásico y con tres huecos separados por columnas, de los cuales el central es el más grande y lo diferencia su estilo de medio punto. En lo más alto se pueden ver tres grupos escultóricos que miran hacia el sur, dando la bienvenida a los viajeros que vienen desde fuera de la ciudad. El principal de ellos está formado por una figura femenina que representa a la Patria, sosteniendo un escudo real, sobre dos esferas que simbolizan el poder de la monarquía. Los otros dos son simples representaciones de trofeos militares que simbolizan el triunfo en la Guerra de la Independencia.
Iglesia de la Paloma

La Iglesia de la Paloma es una de los templos más populares de Madrid. Situada en pleno barrio de la Latina tiene la curiosidad de que en su interior no se venera ninguna talla religiosa, sino un cuadro muy especial y envuelto en leyenda y tradición, un retrato al óleo de la conocida como Virgen de la Paloma, cuya veneración dió origen a una de las fiestas veraniegas más conocidas de la villa, la Verbena de la Paloma.
La leyenda cuenta que el cuadro desapareció durante años, hasta que en 1787 unos niños que jugaban entre unos escombros de un solar del barrio encontraron un lienzo abandonado. Una vecina de la zona llamada Isabel Tintero, cuando se enteró del hallazgo convenció a los niños de cambiarle el cuadro por unas cuantas monedas, colocándolo en un retablo junto al portal de su casa en la calle de la Paloma. Estando aquí, comenzó a ser venerado y reconocido por los vecinos, otorgándole el sobre nombre de Virgen de la Paloma y ganando en popularidad con el paso de los años.
En honor a la Virgen de la Paloma se produce la última de las festividades populares veraniegas de Madrid, la Verbena de la Paloma. Es una de las más conocida por todos los españoles ya que en esta festividad se han inspirado muchas películas y zarzuelas décadas atrás. Tiene lugar en torno al 15 de agosto y en ella no faltan los chulapos y chulapas para llenar de color y alegría esta fiesta. Las principales actividades tienen lugar en las plazas de la Paja, de la Cebada, de San Francisco o la Puerta de Moros. Las calles y fachadas están adornadas e invitan a todos a disfrutar del ambiente al aire libre. Más información»
Basílica de San Francisco el Grande

Pese a su austero aspecto exterior, la Basílica de San Francisco el Grande, en pleno centro del barrio de la Latina es uno de los mayores tesoros artísticos y monumentales de Madrid, especialmente por su interior, con una poco frecuente planta circular y una sobrecogedora cúpula central. No en vano se trata de la cúpula más grande de España y la cuarta más grande del mundo.
Dice la leyenda que la Basílica de San Francisco el Grande se construyó justo en el punto donde, hacia 1215, San Francisco de Asís pasó durante su peregrinaje por la península. Se cuenta que durante su estancia en dicho lugar mandó construir una choza que luego terminó convirtiéndose en una pequeña ermita que comenzó a convertirse en lugar de culto.
El edificio se caracteriza por una gran planta circular con un llamativo altar mayor. Todo ello coronado por una espectacular cúpula pintada con todo lujo de detalles de 33 metros de diámetro, sólo superada por tres templos cristianos en todo el mundo, dos de ellos en Roma y otro en Florencia. Es especialmente recomendable su visita guiada por un precio de 5 euros. Más información»
Jardín de Las Vistillas

El Jardín de las Vistillas es un jardín mirador situado en el Barrio de la Latina, un lugar de paz y con unas vistas inmejorables que suponen un pequeño pulmón verde en uno de los barrios más aglomerados y castizos de la ciudad.
Popularmente se conoce a Las Vistillas como una zona del viejo Madrid elevada sobre un cerro que va desde los jardines del mismo nombre hacia abajo, hasta una curva de la calle Beatriz Galindo. Sin embargo, es la Plaza de Gabriel Miró, en el Jardín de las Vistillas, el más popular y el que más se identifica con el barrio. No en vano es el lugar donde se instalan la mayor parte de las atracciones durante la verbena de la Paloma en el mes de agosto, incluyendo un escenario y las típicas casetas o barras del bar donde poder degustar los castizos bocadillos de chorizo o calamares acompañado de un mosto o una fría cerveza. Más información»
El Viaducto

Muy cerca del Jardín de las Vistillas, justo en la intercepción de la calle Segovia y la calle Bailén se encuentra un curioso viaducto de gran altura difícil de ver en una ciudad como Madrid. Se trata de una moderna obra de ingeniería civil que sirve para unir el barrio de La Latina con el Palacio Real y la Catedral de la Almudena, salvando para ello una gran altura de lo que se conoce como barranco de la calle Segovia. Popularmente es también conocido con el nombre de Puente de los Suicidas, pues al ser una de las construcciones más altas de Madrid durante mucho tiempo, y además con acceso libre, era uno de los puntos más populares de la ciudad para los que decidían acabar con su vida desde sus casi 25 metros de altura.
En la cara este del viaducto se encuentra los escasos restos de la antigua Casa del Pastor, un edificio del que apenas se mantiene un pequeño trozo de pared pero que llegó a ser sede del ayuntamiento de la villa de Madrid y que alberga, pudiéndose observar todavía hoy en día, un antiguo escudo de armas de la ciudad que es considerado como el más antiguo que se conserva hoy en día. Fue labrado en granito hacia 1650, aunque se considera que es una copia de uno anterior del siglo XVI.
Plaza de los Carros

Aunque no es la más famosa ni la más monumental de las plazas que se pueden encontrar en la Latina, la Plaza de los Carros es, sin duda, el centro neurálgico del barrio. Gracias a su situación estratégica en pleno centro de La Latina, sirve de referencia y punto de encuentro para toda la zona, teniendo a una distancia prudencial los principales puntos de interés y de ocio que pueden disfrutarse en este área.
Su nombre, como es de esperar, proviene de su antiguo uso, cuando en este punto se encontraba la conocida como Puerta de los Moros, frente a la cual se paraban en tiempos muy lejanos los carros destinados al transporte que salían sobre todo en dirección sur hacia la zona de Toledo.
La Plaza de los Carros es amplia, espaciosa y destaca por la sombra de la vegetación que cobija sus asientos y por una agradable fuente octogonal con una pila en su parte central. En su lado sur, sobre la acera de la Carrera de San Francisco puede verse otra fuente, pero en esta ocasión de tipo mural.
Entre los edificios de su alrededor cabe destacar la Iglesia de San Andrés, junto a la que podemos ver la Plaza de San Andrés y el Museo de San Isidro. En el lado Este de la Plaza de los Carros encontramos un curioso edificio cuyo lateral está pintado de manera mural simulando balcones que no existen. Justo al otro lado, en el lado suroeste, encontramos la casa-palacio del Duque del Infantado, levantada en el siglo XVIII y que actualmente es la sede cultural de la cervecera Mahou.
Jardín del Príncipe de Anglona

El Jardín del Príncipe de Anglona es uno de esos pequeños tesoros que todavía pasan desapercibidos al público en general pese a su gran belleza y a encontrarse abierto al público de manera gratuita. Se trata de un rincón apartado, poco visitado, encerrado entre muros y al que únicamente se puede acceder por una pequeña puerta que normalmente pasa desapercibida para los viandantes.
Se encuentra situado en la parte baja de la llamada Plaza de la Paja, adosado al Palacio del Príncipe de Anglona, un edificio construído en el siglo XVI. Jardín y Palacio reciben este nombre porque uno de sus habitantes más ilustres fue Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Pimentel, príncipe de Anglona y miembro de la Casa de Osuna, que destacó como militar en la Guerra de la Independencia española.
El jardín del Príncipe de Anglona, creado en 1761 y reformado en 1920, tiene una forma casi cuadrada, encerrado en unos altos muros y con una pequeña puerta de acceso. En su interior pueden encontrarse algunos caminos para recorrerlo y algunos escasos bancos donde sentarse y disfrutar de la paz del entorno. Sus características lo asemejan a los típicos jardines árabes, con sombras, caminos adoquinados y romanticismo en cada rincón.
En su centro puede encontrarse una pequeña fuente de granito con un pie labrado en forma de espiral. También puede verse un pequeño cenador sobre una plataforma ligeramente elevada y dos pérgolas que protegen del sol parte de los caminos.
El acceso al Jardín del Príncipe de Anglona es gratuito. Sus puertas abren todos los días de 10:00 a 22:00 en horario de verano (de marzo a septiembre), y de 10:00 a 18:30 en invierno.
Iglesia de San Pedro el Viejo

Muy cerca del Jardín del Príncipe de Angloma se encuentra uno de los templos católicos más antiguos de Madrid. Se trata de una pequeña iglesia con mucho encanto e historia conocida como la Iglesia de San Pedro el Viejo. Su tamaño reducido no hace más que amplificar su magia, destacando su impresionante torre mudéjar y la sensación de amplitud que ofrece su interior, pese a lo contenido de sus dimensiones. Existen testimonios del templo en el año 1202, por lo que se antoja todavía más antigua. Sin embargo, el edificio que podemos contemplar hoy en día data del siglo XIV, fruto de diferentes reformas y demoliciones. De esa época se mantiene su estructura y su característica torre.
Su imagen sagrada de más devoción entre los madrileños es la de Jesús el Pobre, que junto a María Santísima del Dulce Nombre recorre en procesión las calles de la ciudad el Jueves Santo de cada Semana Santa. En cuanto al nombre de la imagen, Jesús el Pobre, comúnmente se dice que se le llama así para distinguirlo de Jesús de Medinaceli, en la iglesia del mismo nombre junto al Paseo del Prado, más grande y más rica. Más información»
Cava Baja y sus decenas de restaurantes

Si hay una calle famosa en Madrid por sus bares (con el permiso de la nuevas modas como la calle Ponzano, en el barrio de Chamberí) es, sin duda, la Cava Baja, en el Barrio de la Latina. Se trata de un recorrido de unos 300 metros que discurre entre la Plaza del Humilladero, junto a la Plaza de la Cebada, y la Plaza de Puerta Cerrada. En sus fachadas se concentran aproximadamente medio centenar de bares y restaurantes, entre los que destacan algunos de los más tradicionales y reconocidos del Madrid de siempre.
La tradición de la Cava Baja con los bares y restaurantes no es cosa de una moda o algo reciente. Era esta una zona en la antigüedad en la que solían parar las diligencias y carros que llegaban a Madrid desde la zona Sur, por lo que por la pura ley de la oferta y la demanda se establecieron allí multitud de posadas y tabernas. Algunas de ellas todavía perduran hoy en día, aunque con un aspecto mucho más renovado, como la Posada del León de Oro o la Posada de la Villa.
Con el tiempo, más y más bares se establecieron en la zona, hasta el punto de que prácticamente todos sus locales comerciales están dedicados a tal fín. Entre sus locales más conocidos se encuentran Casa Lucio, La Taberna los Huevos de Lucio, Lamiak, La Chata… y muchos más. Más información»
Plaza de Puerta Cerrada

La Plaza de Puerta Cerrada suele conocerse simplemente como el punto de partida de la Cava Baja de Madrid, la mítica calle conocida por la gran concentración de bares y restaurantes. Sin embargo, aunque no es especialmente grande, si que merece la pena pararse a descubrir alguno de sus secretos, entre los que destaca uno de los antiguos lemas de la ciudad. La plaza toma su nombre de una antigua puerta de la muralla cristiana que permaneció cerrada una larga temporada debido a su gran peligrosidad. Al ser una puerta muy estrecha y con muchos recodos, muchos maleantes aprovechaban para llevar a término sus delitos. Aunque poco después terminó derribándose, el lugar mantuvo su nombre hasta hoy en día.
La plaza de Puerta Cerrada tiene una forma irregular y difícil de delimitar, continuamente cruzada por el tráfico y numerosos peatones. En ella podemos encontrar bares, murales en las paredes y una enorme cruz de piedra en su zona central y que es uno de los principales atractivos del lugar. Se trata de un elemento decorativo levantado en 1783, pero que se cree que sustituyó a una cruz similar todavía más antigua.
Debido a las continuas demoliciones que dieron forma a la plaza, muchos edificios quedaron con paredes desnudas que fueron usadas como lienzos para artistas como Alberto Corazón, autor de los que todavía hoy se pueden ver. Entre las pinturas que se pueden ver hoy en día destaca especialmente una con una simple frase: “Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son”. Se trata de un antiguo lema de la ciudad que se debe, en su primera parte, a que la población se fundó en un lugar rico en acuíferos, y en su segunda se refiere a las chispas que saltaban cuando los asaltantes de la ciudad lanzaban sus flechas contra las murallas de sílex.
Colegiata de San Isidro

La Colegiata de San Isidro es uno de los templos católicos más importantes de Madrid. No en vano, entre sus muros descansan los restos mortales del patrón de la ciudad, San Isidro Labrador, y su mujer. Además, fue la catedral de la ciudad hasta que se construyó la Catedral de la Almudena en 1992.
La Colegiata de San Isidro fue construida por la Compañía de Jesús entre 1622 y 1664, siguiendo el modelo del Gesú de Roma, la Iglesia Madre de la orden Jesuita.
Disfrutar del exterior de la Colegiata de San Isidro en todo su esplendor es algo francamente difícil. Se trata de un edificio de enormes dimensiones en una calle bastante estrecha y rodeado de edificios, sin ninguna plaza o espacio libre que permita la observación de su fachada. Su interior es enormemente amplio y de gran riqueza artística. Más información»
Información Práctica
- Precio: La mayoría de sus puntos de interés son de acceso gratuito.
- Zona Turística: La Latina
- Metro: La Latina (L5), Puerta de Toledo (L5), Tirso de Molina (L1)
- Cercanías: –
- Autobús: Dependiendo de la zona