La historia de la Gran Vía de Madrid es breve pero intensa. Supuso un impulso de innovación y modernidad , un auténtico desarrollo arquitectónico y urbanístico que siguió las tendencias de su época en Europa y Nueva York y que hoy en día se ha convertido en un auténtico icono de la ciudad con más de 100 años de historia.
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El proyecto de la Gran Vía. Los orígenes
La construcción de la Gran Vía de Madrid comenzó levantando revuelo mucho antes de que se pusiera la primera piedra. En pleno siglo XIX, cuando el proyecto estaba apenas en prueba de concepto, la idea de abrir una gran arteria en el centro de Madrid que descongestionara las calles estrechas del casco histórico y que rompiera con el aspecto de villa tradicional que hasta entonces imperaba en la ciudad. Tanta controversia se produjo que incluso el autor Federico Chueca compuso una zarzuela titulada Gran Vía más de veinte años antes de que se empezase a construir.
La motivación del proyecto era crear una vía de comunicación amplia entre la calle Alcalá y la Plaza de España (entonces conocida como Plaza de San Marcial) que evitará el paso por la Calle Mayor y la Puerta del Sol. La idea era usar el trazado de la antigua calle de San Miguel, introduciendo algunas variaciones importantes, despejando espacio y construyendo nuevos edificios a lo largo de la nueva vía.
En 1898 el conde de Romanones, alcalde de Madrid, pidió a los arquitectos un estudio sobre la viabilidad del proyecto, pero no fue hasta 1910, ya con el conde de Peñalver como alcalde, que el rey Alfonso XIII dio por comenzadas las obras.
En total, el proyecto de la Gran Vía, suponía el derribo de 312 casas para formar 32 manzanas de edificios nuevas. Se decidió realizar el trabajo en tres fases, dada su magnitud.
Las tres fases en la construcción de la Gran Vía

La realización de una obra de tal magnitud supuso de todo el ingenio de las autoridades civiles y los jefes del proyecto para que incidiera lo menos posible en el día a día de los ciudadanos. Debido a ello, la construcción de la Gran Vía se realizó en tres fases, trabajando en cada una de ella en un tramo de la calle, comenzando por su conexión con la calle Alcalá y terminando en el tramo que la unía a la Plaza de España. Cada fase construyó un trozo de la avenida, que obtenía su propio nombre aunque, desde los inicios, los madrileños ya comenzaron a llamar al proyecto la Gran Vía.
- Primera fase: Afectó al tramo de la calle correspondiente entre la calle de Alcalá y la altura de la calle Montera. Se desarrolló entre los años 1910 y 1917, incluyendo en su trazado los edificios más antiguos y de arquitectura más tradicional.
- Segunda fase: Correspondió al tramo que se puede observar entre la calle Montera y la Plaza de Callao, entre 1917 y 1921. Todavía no incluía edificios tan emblemáticos como el Edificio Telefónica o el Edificio Carrión, que formaron parte de la siguiente fase.
- Tercera fase: La Gran Vía llegaba a su final uniendo la Plaza de Callao con la Plaza de España. Comenzó en 1926, pero no llegaron a ocuparse todos sus espacios hasta mediados de siglo.
Nuevos estilos arquitectónicos y Guerra Civil

Según se iba avanzando en el proyecto de construcción de la Gran Vía se iban aplicando las nuevas tendencias arquitectónicas de la época. Los nuevos edificios guardaban similitudes con los diseños norteamericanos y de las grandes capitales europeas. Los establecimientos comerciales que se iban abriendo recordaban a las populares calles de Nueva York, con salas de cine, bares de corte americano, emisoras de radio o revistas ilustradas. De esos primeros años, con la calle recién trazada, datan construcciones tan emblemáticas como el Edificio Carrión (también llamado Capitol) o el de la Compañía Telefónica, primer rascacielos del país. Con la construcción de los primeros teatros, el Palacio de la Prensa, el cine Callao y los otros edificios de la Plaza de Callao plagados de Neón, luces y publicidad, se coronaría el lugar como una versión española de Time Square y Broadway.
Con la llegada de la Guerra Civil a España, la Gran Vía se convirtió en uno de los grandes objetivos de ambos bandos, sufriendo importantes daños, llegando a ser conocida como la avenida de los obuses. De hecho, el primer rascacielo de España, el Edificio de Telefónica, se convirtió temporalmente en un observatorio militar. Finalizada la contienda, pasó a llamarse avenida de José Antonio y se empezaron a rehabilitar sus edificios dañados. En poco tiempo, y con las limitaciones a que obligaba la escasez y el racionamiento, fueron abriendo de nuevo bares, tiendas, cines y teatros, retomándose la actividad en una de las arterias económicas y culturales de la ciudad.