Si ya has subido a alguno de los numerosos miradores de Madrid, en la mayoría de ellos habrás podido observar una curiosa cúpula de colores que llama la atención entre los tejados de la ciudad. Son colores a los que no estamos acostumbrados en estas latitudes. Se trata de la cúpula de la Iglesia de Santa Teresa y San José, a escasos minutos andando de la Plaza de España.

Su nombre oficial es el de Templo Nacional de Santa Teresa de Jesús y Convento de los Padres Carmelitas Descalzos. Y es que pegado a la iglesia se levanta el convento que acoge a los religiosos y una residencia de ancianos, al que la historia los ha vinculado desde que se establecieran en Madrid en 1605.

Historia de la Iglesia de Santa Teresa y el Convento de los Padres Carmelitas Descalzos

El primer lugar que ocupó la orden de los Carmelitas no fue exactamente donde en la actualidad se encuentra la Iglesia de Santa Teresa. Se trataba del convento de San Hermenegildo, construido en 1605 y que posteriormente se demolió y hoy es la iglesia de San José en la confluencia de la calle de Alcalá y la Gran Vía.

Durante el siglo XIX, la desamortización de Mendizábal (un proceso que expropió numerosos bienes de la iglesia para ponerlos a la venta) los privó de su convento, teniendo que resguardarse en una pequeña capilla que se encontraba entre la calle Princesa y el actual templo de Debod.

Fachada exterior de la Iglesia de Santa Teresa.
Fachada exterior de la Iglesia de Santa Teresa.

Más tarde, ya en los inicios del siglo XX, se trasladaron a su actual ubicación, un edificio cuya primera piedra se colocó el día del centenario de la muerte de Santa Teresa, el 28 de marzo de 1916, aunque no se empezó a construir hasta 1923, siendo inaugurado el 26 de mayo de 1928. Durante la guerra civil sufrió serios daños durante la quema de conventos del 11 de mayo de 1931. Su propiedad pertenece desde entonce a la orden de los Padres Carmelitas Descalzos.

¿Cómo es la Iglesia de Santa Teresa y el Convento de los Carmelitas?

El aspecto exterior del edificio es similar al de una fortaleza, distinguiéndose claramente de las fachadas a las que estamos acostumbrados en otros templos o iglesias católicas. Los expertos dicen que su arquitecto se inspiró en el libro “El Castillo Interior” o “Las Moradas” de Santa Teresa de Jesús. Posee un estilo ecléctico en el que se mezclan corrientes medievales traducidas a un lenguaje cercano al modernismo.

Lo más destacado del proyecto es la iglesia, que sorprende al visitante que se adentra en su interior por su tamaño y riqueza frente a un austero exterior. Un templo tiene planta de cruz latina con tres naves, la central y dos laterales con tribunas. Una de las características más impactantes de la iglesia es su gran luminosidad, gracias a cerramientos de vidrieras de colores.

La cúpula, que se encuentra situada a 35 metros de altura, es de estilo bizantino, y está decorada con azulejos policromados en amarillos, naranjas, rojos y azules, rematada por una corona real. Es muy reconocible desde la distancia pero, desgraciadamente, apenas se puede observar desde las cercanías del edificio. Esta gran obra de cerámica fue encargada a Daniel de Zuloaga, autor también de otras obras en Madrid como el Palacio de Cristal y el Palacio de Velázquez en el parque del Retiro.

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