Madrid, es una ciudad grande. Enorme. Con tantos atractivos que ni siquiera viviendo allí durante una larga temporada te daría tiempo material a disfrutar de todos y cada uno de sus rincones. Tampoco de presenciar sus innumerables planes culturales ni de asistir a todos sus museos y salas de exposiciones. Madrid es capital (del país), y de la cultura. También del arte, con su envidiado triángulo del arte en el Paseo del Prado. También es gastronomía, pues además de sus platos y dulces tradicionales, su enorme multiculturalidad lo hacen el lugar perfecto para degustar todo tipo de bocados, tanto nacionales como internacionales. Pero Madrid también es un pequeño pueblo de provincias, una villa castellana que mantiene intacta sus tradiciones más folklóricas conviviendo con la modernidad y la grandiosidad. En apenas unos metros podrás estar tanto paseando por los cientos de salones del Palacio Real como tomándote un vermut en alguno de sus tabernas centenarias que nos hacen viajar a tiempos en los que Madrid era tan sólo una villa castellana.
Pero pese a todos estos atractivos, hay ocasiones en los que por limitaciones de tiempo no podemos adentrarnos en sus secretos durante más de unas cuantas horas, un día a lo máximo. Para ello, deberemos dejar muchas, muchísimas cosas de lado. Pero aún así, ciñéndonos a los atractivos más representativos de Madrid, es posible conocer todo el encanto de la ciudad en tan sólo un día.
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¿Es posible ver Madrid en un día?

La respuesta rápida a esta pregunta es SÍ. Claro que se puede ver Madrid en un día. Pero siempre que nos hacemos esta pregunta, la respuesta tiene multitud de matices. La pregunta realmente debería de ser: Si puedo dedicarle más de un día, ¿merece la pena dedicarle sólo uno? Y en este caso la respuesta es no. Aunque Madrid se puede ver en sólo un día, si te lo puedes permitir, merece la pena dedicarle un mínimo de dos y, para una total tranquilidad y disfrutar mejor de todo, tres días serían los ideales. Ten en cuenta que para ver Madrid en un sólo día vas a tener que madrugar, andar mucho y olvidarte de entrar en los museos. Sí, has leído andar, porque toda esta guía de Madrid en un día se puede (y se debe) hacer andando.
Ver cualquier ciudad del mundo en un único día es prácticamente imposible. Todavía más si nos centramos en una ciudad como Madrid, con una superficie de más de 600km2 y atracciones turísticas de la talla del Museo del Prado, el Palacio Real o el Parque del Retiro, que por sí mismas podrían llevar varios días para conocerlos a fondo y descubrir todos sus secretos. Sin embargo, sabiendo elegir qué ver, por donde caminar y qué dejar para una próxima visita, es posible irnos de Madrid con la sensación de haber aprovechado al máximo la visita. Eso sí, te advertimos, vas a andar mucho y vas a entrar en pocos sitios. Pero posible, es.
Una de las cosas buenas que tiene Madrid para los que la visitan es que, pese a su enorme tamaño, sus principales emblemas están concentrados en torno al centro histórico de la ciudad. En apenas pocos kilómetros alrededor de la Puerta del Sol podemos ver el Palacio Real, la Plaza Mayor, la Gran Vía, el Congreso de los Diputados, sus principales museos y pinacotecas, el Parque del Retiro y monumentos de la talla de la Puerta de Alcalá o la Fuente de Cibeles.
Sin embargo, las visitas express siempre tienen un precio, y normalmente es el tiempo que dedicamos a cada uno de sus puntos de interés. Para ver Madrid en un día tendremos que renunciar a entrar en ningún museo. Tampoco visitaremos el Palacio Real ni nos detendremos demasiado a descansar en el Parque del Retiro. ¿Comenzamos?
Cosas a tener en cuenta para visitar Madrid en un día

Antes de empezar con el recorrido, conviene tener una serie de cosas en cuenta que nos podrán ayudar a saber si esta guía es la adecuada para nosotros, si deseamos adaptarla, si creemos que podemos abarcar más cosas o si pensamos que es perfecta para nosotros. Hay ciertas cosas como las horas de las comidas y los lugares elegidos para hacerlo que dependerá mucho de vuestros gustos y de cómo organicéis la visita. Recordad siempre que esto es tan sólo una guía, una propuesta. Puedes usarla tal cual, adaptarla o simplemente coger los puntos de interés, el mapa de Madrid y visitar lo que más te apetezca.
- El recorrido, sin detenerse especialmente en cada punto de interés ni contar con los paseos para disfrutarlo bien todo, abarca aproximadamente algo más de 10 kilómetros de distancia.
- Esta distancia propuesta, si la realizamos de manera lineal y sin parar nos llevaría entre las dos horas y media y las tres horas. Si les sumamos las paradas para comer y lo que le dediquemos a cada monumento o a tomar fotos, estamos hablando perfectamente de una visita de entre 6 y 7 horas prácticamente sin parar.
- El itinerario visita los principales puntos de interés de la ciudad, incluyendo alguno de sus más famosos museos. Sin embargo, no podrás dedicarle verdadero tiempo a ninguno de ellos. Si tienes pensado entrar en el Museo del Prado o disfrutar haciendo un agradable picnic en el Parque del Retiro, mejor divide la visita en dos días o adáptala quitando alguno de los puntos de interés (aunque verás que todos son prácticamente imprescindibles).
- Durante la visita conocerás el Madrid imperial (Palacio real y alrededores), el Madrid más Castizo (Barrio de las Letras o La Latina), el Madrid cultural (Triángulo del Arte, con el Museo del Prado como principal referencia), el Madrid de sus parques y jardines (visitando el Retiro y los Jardines de Sabatini) y, por supuesto, el Madrid más moderno y cosmopolita (Paseando por la Gran Vía y la Plaza de Callao). Un recorrido más que suficiente para hacerte a la idea de qué es Madrid.
- Visitar Madrid en un día, al no entrar en ningún museo, es un itinerario completamente gratuito (salvo lo que te gastes en comer y en beber). No vamos a entrar en ningún sitio que requiera entrada ni tampoco vamos a usar ningún transporte público, más allá del que necesites para llegar al centro de la ciudad si tu alojamiento no está en él.
- Para comer, debes saber que en Madrid, cuando no se trabaja, se come a dos horas diferentes. Primero se toma un aperitivo o un vermuth con alguna tapa, y después se come sentados a la mesa de forma contundente. Por ello hemos previsto dos paradas a diferentes horas para mantener esta madrileña tradición.
Visitando Madrid en un día
Comenzando bien el día: Churros con Chocolate en San Ginés

Para comenzar bien (y con energías) cualquier viaje (y más si va a ser una visita express a Madrid en un sólo día) conviene comenzar con alegría, pero también con energía Y para ello debemos empezar con un buen y contundente desayuno. En Madrid se puede desayunar pan tostado (normalmente con mantequilla y mermelada o con aceite y tomate), bollería (cruasanes y napolitanas) con un buen café en cualquiera de sus bares o cafeterías. Pero si realmente has venido a la capital de España para comerte la ciudad, debes empezar por un buen chocolate con porras (o churros) en la centenaria chocolatería de San Ginés.
Está clásica y castiza chocolatería se encuentra muy cerca de la céntrica Puerta del Sol, en un estrecho pasadizo en uno de los laterales de la calle del Arenal. Identificarás el callejón porque está justo en la esquina de la sala de fiestas Joy Eslava y porque a su comienzo encontrarás una curiosa y antigua librería de libros usados. Se trata de un pequeño establecimiento de madera cuyas estanterías se encuentran en plena calle e integrados en las antiguas paredes de los edificios.
Dejando la antigua librería atrás, llegaremos a la tradicional chocolatería de San Ginés, abierta 24 horas y 365 días al año, sirviendo chocolates, churros y porras desde 1894 (ahí es nada). Si puedes elegir dónde sentarte (siempre hay cola para pedir), intenta bajar a la planta sótano de su local principal, donde podrás disfrutar de todo su encanto y deleitarte con las fotografías de personajes famosos que han mojado sus bigotes en chocolate en este famoso establecimiento. Sólo para tu información, aquí sirven tanto churros como porras. La diferencia está en la masa y en la forma. Los churros son más finos y con una masa más consistente, mientras que las porras son una evolución del anterior, con mayor tiempo de reposo y algunos ingredientes más que le dan una mayor esponjosidad y tamaño. ¿Nuestro consejo? Lo mejor de San Ginés son las porras.
El punto de partida: La Puerta del Sol

Si tenemos en cuenta que en la Puerta del Sol se encuentra el conocido como Km. 0, punto de partida de todas las carreteras radiales de España (y también de la numeración de las calles de la ciudad) en su popular y curioso azulejo (si, no te esperes más… más allá de la curiosidad del km. 0, sólo podrás hacerte la fotografía típica pisándolo y poco más), no hay mejor lugar de Madrid para empezar una visita de sólo un día que la propia Puerta del Sol.
Esta popular y concurrida plaza se encuentra en el centro de todo, a pocos pasos de los principales puntos de interés de la ciudad y con unas buenas comunicaciones por metro, tren y bus que la hacen el lugar perfecto para comenzar este recorrido circular por los principales atractivos de Madrid.
Se trata de una plaza de gran tamaño, prácticamente peatonal en su totalidad. Su nombre proviene de que en este punto se encontraba una puerta de entrada a la antigua villa de Madrid que tenía un sol en lo alto, referencia que actualmente se ha perdido en su totalidad. De hecho, el que ahora se considera el epicentro de Madrid, en aquel entonces no era más que una pequeña y desordenada plaza a las afueras de la ciudad donde se concentraban los mercaderes para evitar pagar los impuestos por vender intramuros.
Aparte de la ya mencionada placa del kilómetro 0, lo más llamativo de la Puerta del Sol es el edificio de la Real Casa de Correos y su reloj, el más famoso del país. No en vano es el reloj que marca la entrada del año nuevo cada noche del 31 de diciembre, con miles de madrileños y visitantes a sus pies y llegando a cada domicilio a través de la retrasmisión en directo por televisión.
Además, también puedes darte un paseo alrededor para no quedarte sin ver la escultura del Oso y el Madroño (escudo de Madrid), la estatua ecuestre del rey Carlos III (considerado el mejor alcalde de Madrid por las infraestructuras y edificios emblemáticos que construyó) o, levantando un poco la mirada, el cartel luminoso de Tío Pepe, uno de los pocos exponentes de la fiebre del neón luminoso que quedan en la ciudad, junto con el cartel de Schweppes en la plaza de Callao.
Paseando por la Gran Vía

Cambiando completamente de tercio, tras los vestigios de la antigua Villa de Madrid, nos adentramos en la Madrid cosmopolita de los teatros, las tiendas y los grandes edificios y antiguos rascacielos. Para ello dejamos la Real Casa de Correos y su famoso reloj a nuestra espalda y nos adentramos en una de las calles que tenemos enfrente. En concreto, transitaremos por la calle Preciados, una de las más multitudinarias, comerciales y características de esta zona de la ciudad. Y cuando decimos multitudinaria, lo decimos en serio. No en vano en época de compras navideñas intentan (normalmente sin éxito) organizar el tránsito de personas otorgando un sentido a la calle Preciados, y el contrario a la paralela calle del Carmen.

Tras recorrer esta comercial vía desembocamos de frente en la Plaza de Callao, conocida como la Time Square madrileña. Este luminoso espacio repleto de carteles, pantallas LED y altos y carismáticos edificios es, sin duda, el mejor exponente de este nuevo Madrid moderno y cosmopolita en el que nos adentramos ahora. Destacan especialmente el Edificio Carrión (también conocido como edificio Capitol, con el famoso cartel de Schweppes en lo alto), el cine de Callao con sus grandes pantallas publicitarias, los edificios de El Corte Inglés (con su terraza panorámica en lo alto) y el Palacio de la Prensa (al otro lado de la calle). El curioso edificio Carrión fue en su momento la construcción más moderna de la ciudad, siendo incluso el primer edificio de España en contar con aire acondicionado. En la actualidad se mantiene como uno de los símbolos de Madrid.
La Plaza de Callao se encuentra prácticamente en el centro de la Gran Vía de Madrid. Si giramos ahora a nuestra derecha recorreríamos la popular avenida hacia sus edificios más antiguos, pasando por algunos tan importantes como el Edificio Telefónica (primer rascacielos de la ciudad y con una interesante sala de exposiciones gratuita) hasta desembocar en la calle de Alcalá (con el edificio Metrópolis haciendo esquina) y más adelante en la Fuente de la Cibeles, la Puerta de Alcalá y el Parque del Retiro. Pero en lugar de eso (que veremos más tarde), vamos a girar a nuestra izquierda para recorrer la parte más nueva de la Gran Vía, repleta de teatros, tiendas y restaurantes hasta llegar a la Plaza de España. En este tramo de la Gran Vía es donde se encuentran alguno de los teatros más famosos de Madrid, destacando especialmente el Teatro Lope de Vega (con obras majestuosas como El Rey León o Los Miserables).
Plaza de España y Templo de Debod, un auténtico templo egipcio en Madrid

Cuando llegamos al final de la Gran Vía nos encontraremos con una imponente plaza (por su tamaño y por sus edificios). Se trata de la Plaza de España, que normalmente únicamente sirve de paso para llegar al Palacio Real o al Templo de Debod desde la Gran Vía. Sin embargo, antes de continuar nuestro paseo hacia estos dos puntos de interés, merece la pena detenerse aunque sea unos minutos en esta enorme plaza.
Para empezar, levanta la cabeza. Verás dos de los edificios más altos de Madrid y dos de los primeros rascacielos de Europa. A tu derecha, de color blanco y rojizo de ladrillo encontrarás el Edificio España, actualmente un popular hotel de lujo con un restaurante panorámico en su última planta. Enfrente, de blanco, el edificio residencial más alto de España, la Torre de Madrid. Pese a que en sus primeras plantas alberga un hotel, el resto del edificio son apartamentos y viviendas de lujo con unas impresionantes vistas del centro de la ciudad.
Además, en el centro de la plaza hay un bonito monumento dedicado al escritor Cervantes y su obra. Se trata de un complejo conjunto escultórico en el que se pueden distinguir tanto al propio autor como a algunos de los principales personajes de sus obras más conocidas tales como Don Quijote, Sancho Panza, la Gitanilla o Rinconete y Cortadillo. Como curiosidad, deberías saber que el importe de su construcción se financió en conjunto por todos los gobiernos de habla hispana del mundo (y debido a ello tardó multitud de años en terminarse).
Si al llegar a la Plaza de España giramos a la izquierda y continuamos recto, llegaríamos al Palacio Real, sin duda uno de los puntos fuertes de nuestra visita a Madrid. Pero antes de ello, vamos a salirnos un momento de la ruta básica para descubrir una de las principales curiosidades de Madrid: el Templo de Debod.

El Templo de Debod, a pocos pasos de la Plaza de España pero fuera de los principales recorridos turísticos de la ciudad, se trata de un auténtico templo egipcio traído piedra a piedra hasta Madrid. Se trata de un regalo del gobierno de Egipto a España por su ayuda para salvar diversos monumentos históricos en una zona inundable del valle del Nilo. Tras un largo y costoso traslado, el templo fue reconstruido exactamente igual que en su forma original y nos permite conocer una pequeña porción de egipto sin salir de Madrid. Se trata de una atracción gratuita, aunque para visitar su interior suelen formarse largas colas. Si tuviéramos más de un día para visitar Madrid, no visitaríamos al principio de a visita este punto, pues lo verdaderamente impresionante del Templo de Debod y de la colina en la que se encuentra es las imponentes vistas y la luz que los baña justo al atardecer. Pero ahora debemos volver a la Plaza de España para continuar nuestro recorrido hacia el Palacio Real de Madrid.
El Palacio Real y la Catedral de la Almudena

Y ahora sí, por fín, ha llegado la hora de ver uno de los puntos fuertes de la ciudad: El Palacio Real, y el conjunto que forma junto con la Catedral de la Almudena. Una vez de nuevo en la Plaza de España, cogeremos por debajo del puente que hay nuevamente hacia el centro histórico. Dejaremos atrás el Madrid moderno y cosmopolita de la Gran Vía y la Plaza de Callao para llegar a otro punto histórico de la ciudad, el Madrid imperial.
Pero antes de llegar propiamente dicho a la residencia real, en la calle que nos lleva hacia el imponente edificio haremos una pequeña parada en los Jardines de Sabatini, un pequeño remanso de paz que nos permitirá una de las mejores panorámicas del Palacio Real. Se trata de un pequeño jardín en la zona norte del Palacio que nos ofrece dos vistas imperdibles del palacio. La primera justo desde la escalera de acceso, a una considerable altura, que nos permite ver el edificio en perspectiva. La segunda, desde su interior, donde podremos ver toda la cara norte del Palacio enmarcada en su vegetación y en los estanques de agua que, con un estado calmado, nos permitirían hacer una de esas típicas fotografías de postal con el edificio reflejado en el agua.
Saliendo de los Jardines de Sabatini y continuando nuestro paseo llegaremos a la Plaza de Oriente, desde donde se puede disfrutar de la fachada principal del Palacio Real, junto con el balcón real desde los monarcas han celebrado los grandes actos de la institución. Esta coqueta plaza está repleta de estatuas de antiguos monarcas que originalmente estaban planteadas para colocarse en la cornisa superior del Palacio Real, pero el miedo de la por entonces reina a fallecer aplastado hicieron que fueran pocas las figuras que se pusieron y el resto se repartieran por otros puntos de la ciudad, especialmente la Plaza de Oriente, donde nos encontramos, y el Paseo de las Estatuas del Parque del Retiro. Al otro lado de la plaza se puede ver la fachada trasera del Teatro Real, que con más tiempo se convertiría en una curiosa visita que nos permitiría adentrarnos en la cara oculta del mundo de la interpretación con alguna de sus visitas temáticas guiadas.
Si dispusieramos de más días para visitar Madrid, podríamos entrar a disfrutar de los salones y obras de arte del interior del Palacio Real, pero es imposible entrar en ninguno de los museos o palacios de Madrid si únicamente disponemos de un día para visitar la ciudad. La entrada principal se encuentra un poco más adelante, en el Patio de Armas, justo enfrente de la Catedral de la Almudena. Lo que sí podemos hacer, si estamos visitante la ciudad en Miércoles o Sábado es disfrutar del característico cambio de Guardia, que se producto todos los Miércoles y Sábados entre las 11:00 y las 14:00. Se trata de un acto sencillo. El de verdad impactante se realiza el primer miércoles de cada mes y es conocido como Relevo Solemne de la Guardia Real. Ambos son gratuitos.

Llegados a este punto ya habremos visto la Catedral de la Almudena, que se encuentra cara a cara con el Patio de Armas del Palacio Real.Como verás, es de un estilo arquitectónico muy similar al propio Palacio, de estilo neoclásico. Lo que probablemente no sabrás es que es una Catedral prácticamente contemporánea (se terminó de construir en 1993, justo para la boda del actual monarca), aunque lo más sorprendente de todo es que, en sus orígenes, fue planificada como una catedral neogótica de dobles columnas al estilo de Notre-Dame, aunque finalmente fue rechazada la idea por la idea de los promotores de hacerla más discreta y parecida al Palacio Real para que formara conjunto con el mismo. No en vano, al contrario que otras grandes catedrales del mundo, no tiene orientación Este-Oeste, sino Norte-Sur, para así poder mirar cara a cara al Patio de Armas del Palacio Real.
Aunque no disponemos de tiempo para realizar la visita a la cúpula y disfrutar así de las imponentes vistas del Palacio Real y del centro histórico de Madrid, sí que podemos hacer alguna de las otras dos posibles visitas a la Catedral de la Almudena. Podemos decidirnos por entrar en la propia Catedral para ver su interior y a la adorada Virgen de la Almudena en su altar o, incluso más recomendable, seguir un poco más adelante y darle girar al final del edificio para descender a la curiosa cripta de la Catedral de la Almudena, de planta similar en tamaño y forma a la nave principal pero con un marcado y curioso estilo neorrománico.
Hora del aperitivo en la Plaza Mayor

Se van acumulando los pasos y las horas y, si no hemos calculado mal, ya habremos superado la media mañana y nos estaremos adentrando en la hora del aperitivo. Y es que en Madrid, tras el desayuno está el almuerzo (un segundo desayuno especialmente para la gente que se encuentra trabajando) y, sobre todo, el aperitivo, ese pequeño tentempié que se toma acompañado de una caña de cerveza o un vermut antes de la comida principal. Y ya que sólo vamos a estar un día en Madrid, qué mejor que tomarnos un clásico bocadillo de calamares disfrutando del siguiente punto de nuestro recorrido, la Plaza Mayor. Para ello, volvemos a cambiar de momento histórico de la ciudad para dejar atrás el Madrid imperial y adentrarnos en la calle Mayor y, a través de ella, en el Madrid castizo que nos recuerda a cuando apenas era una villa de provincias y no la capital de un reino.
A lo largo de esta calle Mayor debemos detenernos aunque sólo sea un minuto en la llamada Plaza de la Villa, un bonito rincón donde podremos observar la Casa de la Villa, construída en el siglo XVII como sede del primer ayuntamiento de la ciudad.
Si continuamos por la calle Mayor, a nuestra derecha encontraremos el Mercado de San Miguel, que reconoceremos por la curiosa estructura metálica y de cristal. Su interior ha pasado de ser un clásico mercado de abastos a uno de los populares mercados gastronómicos gourmet en los que poder tapear. Si no te apetece probar el bocadillo de calamares clásico de Madrid, el mercado de San Miguel es una apuesta segura. Dispone de multitud de puestecitos con diferentes especialidades gastronómicas y de bebidas, que puedes ir recorriendo para luego degustar en alguna de sus zonas para sentarse.
Sin embargo, si prefieres disfrutar del Madrid más clásico, debes continuar hasta la siguiente calle, adentrarte en uno de los arcos que dan acceso a la Plaza Mayor y disfrutar de uno de sus populares bocadillos de calamares junto con una caña de cerveza bien fría o un vermut (bebida muy típica de Madrid a esta hora del aperitivo). Los principales bares especializados en este manjar, el fast food madrileño, se encuentran en los principales accesos a la Plaza Mayor. No es más que un pan crujiente con calamares fritos (al estilo andaluz) y acompañados, o no, de mayonesa. Lo tradicional es comerlo en el propio bar o pedirlo para llevar y sentarse en alguno de los escasos bancos que encontrarás en la Plaza Mayor. Que por cierto, si consigues sentarte en alguno de los que están bajo las farolas, fíjate en el espaldar. Tienen unos grabados que te cuentan acontecimientos vividos en la plaza.

La Plaza Mayor de Madrid es otro de los puntos álgidos de nuestro paseo. Hay que reconocer que, pese a ver Madrid en un sólo día, no podemos decir que no estemos disfrutando de la mayoría de los lugares más típicos de la ciudad. Y sin duda, la Plaza Mayor es uno de ellos. De forma rectangular y rodeada íntegramente de edificios, sus únicos accesos son arcos que adquieren nombres relacionados con los gremios establecidos allí en la antigüedad o con acontecimientos históricos vividos en ellos. Probablemente el más famoso y pintoresco de estos accesos se el de cuchilleros, que nos permite salir hacia el suroeste.
En el interior de la Plaza Mayor, toda nuestra atención se irá rápidamente hacia su edificio del lateral norte, conocido como la Casa de la Panadería y reconocible por sus torreones y, especialmente, por su fachada adornada con pinturas murales. Se trata del edificio más antiguo de la plaza y que, tras los numerosos incendios que se han producido en el lugar, ha terminado configurando el aspecto final hasta el que conocemos hoy en día, con edificios muy similares, de igual altura, colores y diseño de balcones. En lo alto de sus torres puede verse un reloj y, también, un curioso aparato ideado para predecir el tiempo según la presión atmosférica, que ya no funciona pero que ha quedado parado en “Buen tiempo”. El nombre, como es de esperar, proviene de la época en la que en sus locales a pie de calle se despachaba el pan para prácticamente toda la villa. En el lado contrario de la plaza se encuentra la Casa de la Carnicería, de aspecto muy parecido pero que carece de las pinturas murales. En la actualidad es un hotel de lujo.
En el centro de la plaza hay una escultura ecuestre de Felipe III y a lo largo y ancho de sus soportales se pueden encontrar algunos de los más centenarios establecimientos de la ciudad, entre los que destacan varias sombrererías, el restaurante Los Galayos y una antigua relojería con un curioso carrillón.
El Barrio de las Letras, un buen lugar para comer

Tras la hora del aperitivo toca ir buscando algún buen sitio para comer y, por supuesto, para seguir conociendo esta fantástica ciudad, pues no podemos perder demasiado tiempo si queremos continuar viendo todo lo que Madrid nos ofrece en sólo un día. Por ello, aprovecharemos que estamos en la Plaza Mayor para comer en alguno de sus barrios limítrofes.
Una primera opción podría ser salír de la Plaza Mayor en dirección al sur, hacia la popular Cava Baja, la calle de los restaurantes por excelencia, adentrándonos en el castizo barrio de La Latina. En esta calle podremos encontrar diferentes opciones aptas para todos los bolsillos donde comer los principales platos típicos de Madrid, entre los que destacan el Cocido Madrileño o los Callos a la madrileña.
Sin embargo, la opción que te recomendamos es adentrarte en otro de los barrios clásicos de madrid, el Barrio de las Letras,que además de diferentes opciones para comer nos permitirá acercarnos a nuestro próximo objetivo, la zona del Paseo del Prado y el Parque del Retiro. Para llegar al Barrio de las Letras deberemos salir de la Plaza Mayor por su lado Sureste, por ejemplo por la calle Zaragoza, que nos permitirá tomar la calle de la Bolsa para llegar a la Plaza de Santa Ana, una de las más castizas y típicas de Madrid, repleta de bares en sus blancas fachadas. Podemos optar para comer aquí mismo o acercarnos, a poca distancia, a otra de las calles más famosas de Madrid para comer, la calle Huertas, donde podremos encontrar todo tipo de establecimientos, la mayoría con buenos precios y platos típicos. Cabe destacar por ejemplo los Huevos Rotos con Patatas que pueden degustarse en alguno de sus establecimientos.
El Barrio de las Letras debe su nombre a que en esta zona nacieron o vivieron alguno de los principales representantes de las letras españolas tales como Lope de Vega o Cervantes. Debido a ello, la mayoría de sus calles tienen nombres literarios y el barrio tiene un rollo cultural que le da un algo especial y que lo distingue de otros barrios de la ciudad.
El Paseo del Prado y sus numerosos encantos

Tras dar buena cuenta de lo que el Madrid gastronómico nos puede ofrecer, toca tomarse un café para reponer energías y continuar con nuestra andadura hacia la segunda parte de nuestra visita a Madrid en un día. Si hemos comido por la zona de la Plaza de Santa Ana cogeremos la Calle del Prado para llegar hasta la Plaza de las Cortes, lugar donde nos encontraremos de frente con el Congreso de los Diputados, el edificio gubernamental más importante que podemos encontrar en Madrid y sede del gobierno de la nación. Si por el contrario hemos decidido comer en la Calle Huertas, deberemos continuar hasta el final de la calle, que desemboca en el Paseo del Prado y una vez ahí girar a la izquierda y subir algunos metros hasta llegar al Hotel Palace, que hace esquina con la plaza de las Cortes anteriormente citada.
El Paseo del Prado es uno de los principales bulevares de la ciudad, sede del denominado Triángulo del Arte de Madrid (pues en apenas unos metros se pueden visitar el Museo del Prado, el museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Reina Sofía) y con decenas de atractivos que lo hacen prácticamente inabarcable en un solo día. Por ello, tras ver la imponente fachada del Congreso de los Diputados con sus dos leones guardianes construidos con hierro fundido de balas de cañón, nos dirigiremos hacia el Paseo del Prado, observaremos la preciosa fuente de Neptuno donde los aficionados del Atlético de Madrid celebran sus éxitos deportivos y nos dirigiremos hacia el Museo del Prado, para lo que tendremos que atravesar al otro lado de la enorme avenida. Para otra visita con más tiempo dejaremos el museo Thyssen-Bornemisza (al que ni siquiera nos acercaremos).

Por supuesto tampoco tendremos tiempo de visitar la considerada mejor pinacoteca del mundo. El Museo del Prado se merece (y se necesitan) al menos dos o tres horas para poder visitarlo de una forma mínima y rápida (un día completo si quieres detenerte en cada una de sus obras, dos días si además quieres disfrutar de sus exposiciones temporales). En lugar de eso, disfrutaremos por fuera de su imponente edificio y nos imaginaremos cómo habría sido en su cometido original, pues el edificio fue creado con la intención de albergar un Gabinete de Ciencias Naturales al estilo de de Londres o Nueva York, aunque finalmente se usó para convertirlo en el museo de pinturas más conocido del mundo.
Justo al lado de la entrada principal del Museo del Prado nos encontraremos con la Iglesia de los Jerónimos, que desde esta perspectiva supone una de las estampas más bonitas que pueden verse por la zona. Se trata de una antigua iglesia que formaba parte del monasterio de los Jerónimos, ahora desaparecido, cuyo claustro se encuentra integrado dentro del propio Museo del Prado.
Dejando atrás la curiosa y bonita Iglesia de los Jerónimos, continuaremos adelante hasta encontrar el Casón del Buen Retiro, un pequeño y coqueto edificio perteneciente al Museo del Prado y que nos servirá de último paso antes de adentrarnos en el enorme y precioso pulmón verde de la ciudad, el Parque del Retiro.
Un paseo rápido por el Parque del Retiro

A esta hora del día y con varios kilómetros a la espalda es probable que estés ya bastante cansado y con ganas de un poco de relax, por lo que el Parque del Retiro es el lugar ideal para descansar un poco en alguno de sus bancos o zonas de césped mientras disfrutas especialmente de sus estanques, árboles y edificios.
El Parque del Retiro, aunque no es tan grande como Central Park o Hyde Park, sí que tiene una extensión bastante considerable, con multitud de puntos de interés como rosaledas, parterres o jardines cerrados que harían que con todo un día dedicado en exclusiva al parque aún te faltase tiempo para verlo todo. Debido a ello, a que ya estaremos algo cansados de andar y a que no nos sobra demasiado tiempo si queremos continuar viendo cosas, nos vamos a centrar únicamente en dos o tres puntos del extenso parque.
Como venimos andando desde el Museo del Prado, cuando dejemos atrás el Casón del Buen Retiro y crucemos las puertas del Parque del Retiro, lo haremos por el conocido como Parterre Francés. Aprovecha esta oportunidad para disfrutar de uno de los rincones especiales del parque, pues su configuración al estilo de los jardines de los grandes palacios europeos no la volverás a encontrar en ninguna otra parte del parque, de estilo más romántico. Se trata de un jardín con trazados geométricos, parterres de flores y cipreses podados con curiosas y preciosas formas. Además, justo al entrar, podrás observar el que se considera el árbol más antiguo de Madrid, un ciprés calvo que dicen que se encuentra en el mismo lugar desde antes de la construcción del parque. Su tronco en forma de tridente o trípode invertido se rumorea que sirvió como base para colocar un cañón de artillería francés durante la guerra de la independencia.

Continuamos hacia delante para dirigirnos a uno de los lugares más mágicos, fotografiados y bonitos del Parque del Retiro. Sin duda, el Palacio de Cristal es el lugar clave que todo visitante busca en el pulmón verde de Madrid. La instantánea del edificio (construido íntegramente en hierro y cristal) desde el otro lado del estanque enmarcada por la vegetación es probablemente la más famosa del lugar. Además, gracias a las peculiaridades de los árboles de hoja caduca que acompañan al precioso palacio, dependiendo de la época del año nuestra fotografía cambiará completamente, pasando de verde a amarillo, después a rojo y después a una invernal estampa de árboles sin hojas. El estanque, además, dispone de un gran surtidor de agua en el centro que le da el toque final a nuestro bonito cuadro. El Palacio de Cristal fue construido en 1887 para albergar una exposición de plantas y flores exóticas traídas desde filipinas. Tras esto, su uso siguió siendo expositivo hasta el punto de que en la actualidad pertenece al museo Reina Sofía de arte contemporáneo como sala de exposiciones de acceso gratuito.
Los alrededores de Palacio de Cristal están repletos de zonas de césped para poder descansar bajo la sombra de los árboles en épocas veraniegas o disfrutando de un bonito día soleado en días invernales. Se trata por tanto de un lugar ideal para tomarnos un refrigerio o simplemente descansar disfrutando del ambiente y de las vistas de uno de los lugares más bonitos y relajantes de Madrid.

Una vez descansados, toca retomar nuestro camino para ir hacia el norte a descubrir otro de los grandes atractivos del Parque del Retiro, el Estanque Grande y el Monumento a Alfonso XIII. Se trata, como su nombre bien indica, de un gran estanque rectangular repleto de peces y en el que con más tiempo podríamos alquilar una barca de remos para disfrutar de 45 minutos de relax paseando por sus tranquilas aguas y obteniendo una vista privilegiada del imponente monumento a Alfonso XIII. Lo que sí podremos hacer es imaginarnos su uso original, pues cuando todavía el Parque del Retiro era un jardín privado de uso y disfrute exclusivo de la familia real y su corte, se planificó esta gran estanque para la representación de grandes batallas navales de forma teatral. Curiosamente, este estanque es uno de los pocos elementos que se mantienen en el parque desde sus orígenes.
Al otro lado del estanque, justo en la orilla y con una escalinata que desciende hasta el agua, aparece imponente una enorme columna con una estatua ecuestre encima rodeada de un semicírculo de columnas. Se trata del monumento a Alfonso XIII, que junto con el Estanque Grande forman otra de las más típicas estampas del parque. Si rodeas la masa de agua podrás admirarlo desde más cerca y sentarte en sus escalinatas para disfrutar de las vistas. Gracias a su orientación, estas escaleras suponen un lugar privilegiado para disfrutar de un bonito atardecer con el sol reflejado sobre las aguas del estanque. Como curiosidad, la columna de gran tamaño sobre la que se sustenta la estatua ecuestre del monarca, en realidad se trata de un mirador visitable con unas vistas envidiables del Parque del Retiro, aunque hace falta reservar con semanas o incluso meses de antelación y únicamente en días y horas específicas.
La Puerta de Alcalá y la Fuente de Cibeles

Ya nos queda poco para terminar nuestro recorrido rápido de un día por Madrid. Si no hemos calculado mal, será ya media tarde, por lo que estaremos cansados y deseando de relajarnos un poco o, al menos, darnos una ducha para poder salir a cenar si hacemos noche en la ciudad. Por ello, dejaremos a sur el Estanque Grande para salir por una de las entradas principales del Parque del Retiro y dirigirnos a otro de los puntos álgidos de nuestra visita. ¿Y cual no lo ha sido? Ahora llega la hora de adentrarnos de nuevo en la Madrid monumental para recorrer la calle de Alcalá con su Puerta de Alcalá, Fuente de Cibeles y Edificio Metrópolis, antes de terminar nuestro camino donde lo empezamos, en la Puerta del Sol.
Si dejamos el Estanque Grande al sur y salimos por la puerta norte del Parque del Retiro nos encontraremos frente a frente con la imponente Puerta de Alcalá. Sin duda, entramos en una de las zonas monumentales más importantes de Madrid y a cada paso que demos entraremos en una nueva postal. La Puerta de Alcalá es uno de los monumentos más fotografiados de la ciudad, con un pintoresco color que combina el gris de la piedra con los colores de las flores y el verde del césped que la rodean y que parecen protegerla del tráfico. Su nombre, como no podía ser de otra forma proviene de que se encuentra en el camino que unía Madrid con Alcalá de Henares (lugar de nacimiento de Cervantes, por cierto). La Puerta de Alcalá se inauguró en 1778, tras cuatro años de obras, para conmemorar la llegada a Madrid de Carlos III como Rey de España.
Como se puede ver a simple vista, tiene forma de arco del triunfo, con la peculiaridad de disponer de cinco arcos lo que la diferencia de otras puertas famosas como el Arco del Triunfo de París o el de Constantino en Roma. Como curiosidad, para aquellos observadores que busquen más el detalle, aunque la puerta parece simétrica por ambos lados, nada más lejos de la realidad. Multitud de detalles hacen que cada uno de sus caras sea completamente diferente a la otra. Además, si de verdad eres un buen observador, te darás cuenta de ciertos desperfectos en su fachada. Estos fueron provocados por impactos de proyectiles en 1883 durante la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis en apoyo a Fernando VII. Además, se debe destacar que fue el Primer Arco del triunfo construido en Europa después del imperio romano. Poco después llegaron otros de aspecto similar como la Puerta de Brandenburgo en Berlín o el propio Arco del Triunfo de París.

Para no bajar el nivel de expectación, tras ver (y fotografiar) la Puerta de Alcalá continuaremos bajando por la calle de Alcalá para llegar, en apenas poco más de 300 metros, a otro de los símbolos de la Ciudad. La diosa Cibeles nos espera sobre su mágico carro tirado por leones en el centro de la próxima glorieta. Construida en 1782, representa a la diosa romana Cibeles, símbolo de la tierra, la agricultura y la fecundidad, sobre un carro tirado por dos leones, los personajes mitológicos Hipómenes y Atalanta. Se trata probablemente de la diosa más querida por los madrileños. No en vano, durante la guerra civil española fue sepultada bajo toneladas de tierra y ladrillos en una especie de pirámide contemporánea para salvarla de los bombardeos. Además, es lugar de celebraciones de los éxitos deportivos del Real Madrid y la leyenda dice que sus aguas protegen la reserva del oro de la nación con un complejo sistema de tuberías que inundaría en apenas minutos la cámara acorazada donde se encuentra en el Banco de España (a escasos metros).
Antes de continuar avanzando hacia nuestro siguiente punto (e inevitablemente hacia el fin de esta visita), nos volveremos hacia atrás, hacia donde hemos venido y veremos un precioso e imponente palacio de fachada de piedra blanca. Se trata del actual ayuntamiento de Madrid (anteriormente con sede en la Casa de la Villa, que pudimos ver antes de llegar a la Plaza Mayor). El edificio fue construido a principios del siglo XX para albergar el recién estrenado servicio de correos y telégrafos. De ahí su nombre real, Palacio de las Comunicaciones, y también sus numerosos pináculos en su fachada, ideados para albergar los cables del telégrafo que llegaban al edificio. Por si deseas volver a la noche o por si tienes algo de tiempo antes de terminar la visita, puedes subir a su planta mirador, en lo más alto de su torre central o tomarte una deliciosa cena o aperitivo en su restaurante mirador, con una de las vistas más privilegiadas de la ciudad.
El Edificio Metrópolis y el final de nuestra visita

Todas las cosas tienen un final, y nuestra breve pero intensa visita también llega ya a sus últimas paradas antes de finalizar. Sin embargo, nada mejor que finalizar este recorrido por Madrid por otro de sus edificios más emblemáticos y fotografiados. Si dejamos atrás la fuente de la Diosa Cibeles y continuamos bajando por la Calle de Alcalá hacia la Puerta del Sol, pronto veremos de fondo esa característica cúpula de pizarra negra con adornos dorados y un conjunto escultórico en lo más alto digno de estar en alguna de las mejores fuentes de la ciudad.
Se trata del m, probablemente el edificio privado (y no visitable) más conocido de la ciudad. No en vano, se suele colar, junto a la Plaza Mayor, La Cibeles, el Palacio Real o la Puerta de Alcalá, entre las principales postales que se pueden conseguir en las tiendas de souvenirs. La mejor perspectiva para fotografiarlo es desde la Calle de Alcalá, a la altura del Círculo de Bellas Artes. Aunque si quieres una verdadera vista espectacular, siempre puedes subir a la azotea del Círculo de Bellas Artes (donde también puedes cenar o tomarte una copa con las mejores vistas de la ciudad) para coger una panorámica de la calle de Alcalá y la Gran Vía en la que la famosa cúpula de pizarra y pan de oro del Edificio Metrópolis sea la protagonista.
El Edificio Metrópolis es un edificio de carácter privado construido a principios del siglo XX en un momento en el que la Gran Vía comenzaba a nacer. En su momento fue el más alto de la ciudad con sus 45 metros de altura. Su historia siempre ha estado ligada a las empresas de seguros, incluyendo ahora, que pertenece a la compañía Metrópolis que le da nombre y que no permite las visitas a su interior, algo que no ha impedido que se convierta en uno de los edificios más representativos de la ciudad.
Y tras este impresionante final, llegamos a nuestra meta. Podemos elegir continuar por la calle de Alcalá hasta la Puerta del Sol o girar hacia la derecha para recorrer la parte más antigua de la Gran Vía y disfrutar del máximo exponente de la arquitectura neoyorquina en la ciudad, el Edificio Telefónica.
Con este recorrido rápido, breve e intenso hemos logrado visitar los principales atractivos de la ciudad. Ahora llega la hora de volver a nuestro hogar o, si estamos alojados en la ciudad, aprovechar para descansar un poco, tomarnos una revitalizante ducha y adquirir fuerzas para descubrir parte de la vida nocturna de la ciudad.
Cenando en el barrio de Malasaña

Tras nuestro merecido descanso, nos despedimos de Madrid conociéndola de noche y en uno de los barrios con más ambiente de la ciudad. Malasaña es el barrio bohemio por excelencia de Madrid. Se trata de una zona de Madrid que se encuentra al norte de la Gran Vía y a la que puedes ir perfectamente andando para luego perderte entre sus calles a la búsqueda de ese restaurante que te inspire para cenar. Suelen ser locales modernos, en un barrio de moda, que combinan lo tradicional con la innovación gastronómica, con platos modernos que van desde revisiones de los clásicos a invenciones completamente nuevas. Entre sus calles encontrarás mercados gourmet, locales de tapas de diseño, bares tradicionales, comida internacional y todo lo que desees. Ya has comido la gastronomía tradicional madrileña en el aperitivo y el medio día, ahora toca dejarse llevar por las nuevas tendencias.
Malasaña es un barrio revalorizado recientemente que se encuentra subiendo desde la Gran Vía por la calle Fuencarral (justo en la esquina del Edificio Telefónica). Malasaña es toda la parte que queda a la izquierda de dicha calle, aunque la zona con más bares y restaurantes es la que queda en la propia calle fuencarral o más adelante, una vez pasada la boca de Metro Tribunal (L1 y L10). A la derecha de la calle Fuencarral estaría el barrio de Chueca, conocido por su ambiente cosmopolita y LGTB, otro lugar perfecto para cenar o para completar con unas copas tras la comida.
Y con esta cena o copa en dos de los barrios más populares y animados de la ciudad damos por concluido nuestro primer y único día en Madrid. No hemos podido ver todo, pero al menos tenemos la seguridad y la tranquilidad de que abandonamos la gran capital de España con los deberes hechos. Hemos conocido sus principales atractivos turísticos, hemos recorrido su historia a través de barrios que se enclavan en las diferentes épocas que ha vivido la ciudad y hemos degustado sus principales atractivos culinarios, desde el más típico y castizo desayuno en San Ginés hasta las cenas y las copas en dos de los barrios más de moda en la actualidad.
Lo que no vemos de Madrid en un día
Si nos tuviéramos que poner a enumerar todas las cosas que nos han quedado por ver en Madrid en un sólo día probablemente no acabaríamos nunca. Madrid tiene mucho que ofrecer, y en un sólo día únicamente podemos disfrutar de algunas pinceladas de sus numerosos tesoros, todos sin entrar en detalle y sin detenernos en algunos otros puntos de interés que nos requerirían prácticamente un día entero por sí mismos.
Visitar los numerosos museos de la ciudad

Una de las principales carencias de este recorrido es que no hemos entrado, ni contemplado la posibilidad, de acceder a ninguno de los principales y numerosos museos de Madrid. Hemos pasado junto al Museo del Prado, hemos visto de lejos el Museo Thyssen-Bornemisza y ni siquiera nos hemos acercado al Museo Reina Sofía. Todos ellos, por sí mismos, requieren al menos de una mañana con bastante tranquilidad y desde bastante temprano para poder, tan sólo, disfrutar de una pequeña y rápida visita por sus fondos. Juntos componen lo que se conoce como Triángulo del Arte de Madrid, que forman una visión completa de la historia de la pintura abarcando prácticamente todas las épocas y todos los géneros pictóricos. Juntos colocan a Madrid como a capital mundial de la pintura, considerándose el Museo del Prado como la mejor pinacoteca del mundo.
Tampoco hemos pasado por algunas de las salas de exposiciones con muestras culturales que ofrece Madrid, la mayoría de ellas gratuitas o de muy bajo coste. Las principales podrían ser el CaixaForum, en el propio Paseo del Prado, o el Espacio Fundación Telefónica, en el monumental edificio Telefónica, en la Gran Vía. Aunque son decenas (incluso cientos) las que se realizan de forma simultánea en las múltiples salas de exposiciones de la ciudad, abarcando todo tipo de cultura (fotografía, pintura, historia…) y para todos los gustos.
Disfrutar los encantos del Palacio Real y la Catedral de la Almudena

Sin duda, otra de las cosas que echaremos de menos en nuestra fugaz visita a Madrid es disfrutar con más detenimiento del interior del Palacio Real, con sus numerosos y curiosos salones, o subir a la cúpula de la Catedral de la Almudena para descubrir sus tesoros escondidos y disfrutar de una fantástica vista sobre la ciudad.
La visita al Palacio Real nos permitirá disfrutar desde dentro de uno de los grandes palacios europeos. Su visita nos llevaría aproximadamente unas dos horas, más todo el proceso de compra de entrada y acceso al edificio, por lo que es inviable en una visita fugaz como la que estamos realizando. Durante la visita se pueden contemplar 20 salones que son probablemente los más interesantes de los 2.800 que contiene el edificio.
Por su parte, la visita a la cúpula de la Catedral de la Almudena nos permitirá adentrarnos en los tesoros del museo catedralicio y, sobre todo, disfrutar de unas privilegiadas vistas del centro histórico y del Palacio Real. Sin embargo, estas vistas las podemos suplir desde miradores como el Círculo de Bellas Artes o el Palacio de Cibeles, ambos en la Calle de Alcalá, que forman parte de nuestro recorrido y que podemos combinar con un aperitivo o copa mientras disfrutamos de las vistas.
Pasear por el Rastro y tomar el aperitivo en el barrio de La Latina

La Latina es otro de esos barrios castizos y con personalidad que se pueden encontrar en Madrid. Se encuentra al sur de la Plaza Mayor y tiene una identidad propia. Además, en él, cada Domingo, se puede visitar el tradicional Rastro, el mercado al aire libre más importante de Europa. Sin embargo, pese a su cercanía con el centro histórico, en nuestro recorrido hemos optado por pasear por el barrio de Las Letras para comer, pues nos permitía acercarnos al Parque del Retiro, mientras que desde el Barrio de La Latina al terminar la comida tendríamos que prácticamente volver sobre nuestros pasos para continuar la visita.
La Latina es uno de los máximos exponentes del Madrid castizo y tradicional, a la par que alternativo. Es muy habitual entre los madrileños aprovechar los domingos con buen tiempo para acercarse a este barrio, pasear por el Rastro y disfrutar de una caña de cerveza, un vermut y unos aperitivos en cualquiera de los locales de sus estrechas calles. ¿Para la próxima visita?
Descubrir los otros barrios de Madrid
Madrid es una ciudad de barrios. Cada uno de ellos tiene su propia personalidad. Cuando un visitante recién llegado a Madrid, lo normal es que se quede abrumado por el tamaño de la ciudad. Pero sus habitantes no son tan conscientes de dicho tamaño debido a que Madrid vive en sus barrios. Cuando llegas para vivir rápidamente te sientes identificado con uno de ellos y pasas a ser “de la latina” o “de chamberí”. Por ello, no deja de ser curioso como simplemente paseando puedes descubrir formas de vida, ambientes, edificios y locales completamente diferentes según el barrio en el que te muevas, teniendo la mayoría de ellos suficientes atractivos como para merecer la pena su visita.
Ya hemos visitado barrios como el Centro Histórico, Las letras, La Latina, Malasaña o Chueca. En el tintero nos quedan barrios de lujo como el de Salamanca, con su famosa milla de oro en la calle Serrano. O barrios castizos clásicos como Chamberí, que todavía conserva todo ese encanto de barrio pudiente pero con historia. O tampoco hemos visitado la zona de la Castellana con el Santiago Bernabéu y la zona financiera de Azca o las Cuatro Torres, con sus rascacielos.
Pero para disfrutar de todos estos barrios merece la pena disponer de más días o, al menos, tener el alojamiento en alguno de ellos. Todos están perfectamente comunicados por metro, bus y tren de cercanías con el centro de la ciudad.