Debido a su gran extensión y a sus múltiples reformas del Parque del Retiro, es posible encontrar diferentes zonas en un mismo parque. Una de las que más llama la atención es la zona del Parterre francés que se encuentra en el lado oeste del Parque del Retiro, justo en la puerta que apunta hacia el Casón del Buen Retiro y hacia el Paseo del Prado. Se trata de una de las zonas más visitadas del parque debido a su aspecto relajado y tan diferente a otras zonas del parque. Se trata de otro de los sitios más icónicos para no parar de hacer fotografías especiales dentro del pulmón verde de Madrid. Su aspecto es más parecido a los jardines de los grandes palacios europeos que al resto del parque que estamos acostumbrados a ver y a disfrutar.
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Historia del Parterre del Parque del Retiro
La construcción del Parterre es fruto de una reforma proyectada en el reinado de Felipe V en el siglo XVIII, de quien se dice que no le acababa de gustar el entorno del antiguo Palacio del Retiro, en el que se instaló.
Se ubicó en el antiguo jardín de las ocho calles, también llamado jardín ochavado, en el que ocho caminos se cruzaban en una plazoleta circular. La idea de Felipe V era construir un real sitio al estilo francés, de muy grandes dimensiones, a las afueras de la ciudad de Madrid. Sin embargo, de todo aquel proyecto, únicamente se llegó a ejecutar este jardín, el denominado Parterre francés del Parque del Retiro.

Un siglo después, tras los mayúsculos desperfectos generados por la ocupación francesa y la guerra de la independencia, el jardín presentaba un aspecto lamentable, descuidado y muy deteriorado, por lo que se encargó al jardinero mayor Francisco Viet la reconstrucción del espacio respetando el trazado original. Se levantó una cabecera o muro de contención de ladrillo con una fuente que hoy sirve a modo de mirador para poder disfrutar de todo el parterre cuando se llega desde el corazón del parque.
¿Qué ver en el Parterre francés del Parque del Retiro?
El parterre francés del Parque del Retiro es, sin duda, un espacio peculiar y digno de admirar en tu visita al pulmón verde de Madrid. Está compuesto por un trazado geométrico de caminos, con setos perfectamente recortados y flores de todos los colores en el interior de sus parterres. Todo esto, está adornado por divertidos cipreses recortados con formas caprichosas y llamativas
En su interior se encuentran tres estatuas, dos de ellas dedicadas a la familia Benavente, por lo que se considera un jardín dedicado a dicha familia. La primera de ellas, en su lado este, donde comienza el parterre, está dedicada a Jacinto Benavente, dramaturgo que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1922. En línea con esta escultura, en el lado norte se encuentra una de menor tamaño dedicada a Francisco Benavente, padre del primero y considerado primer pediatra del país. En el lado sur existe otra estatua de similares características dedicada al doctor Ángel Pulido Fernández, Médico y senador español en las primeras décadas del siglo XX que promovió el acercamiento de las comunidades sefardíes con España.
El árbol más antiguo de Madrid

Pero sin duda, lo que más llama la atención de este jardín llano y sin apenas árboles de gran tamaño es el considerado el árbol más antiguo de la ciudad. Según entramos por la puerta del lado oeste que lo conecta con el Casón del Buen Retiro, encontramos el ahuehuete, también conocido como ciprés calvo, del que dicen que se encuentra en ese mismo lugar desde antes de las reformas que dieron lugar a estos jardines, incluso que se encontraba ya ahí cuando se inauguró el Parque del Retiro por primera vez, por lo que podría tener más de cuatro siglos de vida. Llama la atención el formidable tronco, muy ramificado desde el primer metro. Con un poco de imaginación vemos una especie de tridente pero con media docena de puntas, donde se dice que la artillería francesa colocó un cañón durante el sitio de Madrid.
Al Parterre se accede desde la calle Alfonso XII por la monumental Puerta de Felipe IV. Esta puerta se instaló en su ubicación actual en 1922. Pero antes estuvo en el espacio existente entre el Monasterio de los Jerónimos y el Museo del Prado. Entonces se llamaba Puerta de Mariana de Neoburgo.