Madrid es una de esas ciudades que, pese a su enorme tamaño, es una buena opción para visitarla en una escapada de fin de semana. Esto es debido a que sus principales atractivos turísticos se encuentran bastante céntricos, lo que permite visitar la mayoría de ellos en un par de días.
Debemos tener en cuenta que, cuando hablamos de un fin de semana, no nos estamos refiriendo a dos días completos (para eso tenemos la guía Qué ver en Madrid en dos días), sino más concretamente a una típica escapada de fin de semana. Es decir, damos por hecho que llegaremos a Madrid por la tarde/noche del viernes, pasaremos el sábado completo en la ciudad y regresaremos a casa, como muy tarde, tras el almuerzo del domingo.
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¿Es posible ver Madrid en un fin de semana?

La respuesta a esta pregunta, igual que en la guía Qué ver en Madrid en dos días, es Sí. Por supuesto que es posible. Con un fin de semana en Madrid podremos ver la mayoría de atractivos de la ciudad e incluso nos permitiremos el lujo de entrar en alguno de sus museos (si no has visto ninguno, nosotros te recomendamos entrar en el Museo del Prado). Esto nos provocará una sensación de haber visto perfectamente los principales atractivos de Madrid, aunque también nos quedará un vacío dentro de no haber podido verla desplegar todo su potencial ante nosotros, lo que nos dará unas ganas enormes de volver más adelante para dedicarle todo el tiempo que se merece.
Lo que también debemos tener en cuenta es que no podremos pararnos todo lo que deseamos en cada uno de los puntos de interés ni tampoco podremos alejarnos demasiado del centro histórico si no queremos estar más tiempo en transporte público que aprovechando nuestra visita.
Pese a todo, probablemente dos días o un fin de semana (aunque mejor tres días) puede que sean la franja temporal ideal para una escapada rápida a Madrid consiguiendo llenar nuestra retina con las principales pinceladas de lo que nos puede ofrecer pero dejando hueco y ganas de más para una siguiente visita en la que poder dedicarnos a aspectos más desconocidos de la ciudad.
Como decíamos, una de las cosas buenas que tiene Madrid para los que la visitan es que, pese a su enorme tamaño, sus principales emblemas están concentrados en torno al centro histórico de la ciudad. En apenas pocos kilómetros alrededor de la Puerta del Sol podemos ver el Palacio Real, la Plaza Mayor, la Gran Vía, el Congreso de los Diputados, sus principales museos y pinacotecas, el Parque del Retiro y monumentos de la talla de la Puerta de Alcalá o la Fuente de Cibeles. Y al tener varios días para dividirnos las visitas, podemos aprovechar para, al menos, visitar el interior de dos de sus museos o del Palacio Real sin riesgo a hipotecar el resto de los puntos turísticos.
Cosas a tener en cuenta para visitar Madrid en un fin de semana

Antes de empezar nuestro recorrido de un fin de semana en Madrid, conviene que le eches un vistazo a las siguientes cosas a tener en cuenta. Te ayudarán a saber si esta guía es para ti o si por el contrario es mejor que leas alguna de las otras guías de Madrid que hemos preparado. Siempre puedes usarla como una simple base para crear tu propio itinerario. Además, hay ciertas cosas como las horas de las comidas y los lugares elegidos para hacerlo que dependerá mucho de vuestros gustos y organización.
- La guía es para visitar Madrid en una típica escapada de fin de semana. Es decir, damos por hecho que llegamos a Madrid en la tarde/noche del viernes, pasando el sábado al completo y volviendo a casa, como muy tarde, tras el almuerzo del domingo. Si vas a estar dos días completos en Madrid, te recomendamos la guía Qué ver en Madrid en dos días. Si el viernes llegas muy tarde y el domingo te vas muy temprano, sé realista, no vas a estar en Madrid un fin de semana, así que mejor léete Qué ver en Madrid en un día.
- Ver un museo también cansa. Aunque las distancias a recorrer sean menores porque parte del día lo pasaremos dentro de un museo o del Palacio Real, debemos recordar que pasear por las salas de una pinacoteca o por los salones de un palacio también suman kilómetros a nuestros pies.
- Los recorridos, aunque no tan largos como si quisiéramos ver Madrid en un día, son de más de 3 kilómetros la primera tarde/noche, 6 kilómetros el sábado (sin contar lo que andes en el museo) y unos 3 kilómetros el domingo. Prepárate para andar.
- En el itinerario hemos planteado la visita al Palacio Real y a uno de los tres museos del Triángulo del Arte. Estas visitas son breves y rápidas, para una mañana, centrándonos en las principales obras maestras. Si quieres disfrutar de cualquier museo en todo su esplendor deberás dedicarle al menos un día entero a cada uno.
- Puedes elegir cualquiera de los tres museos del Triángulo del Arte de Madrid. Si no conoces ninguno, te recomendamos visitar el Museo del Prado, que tiene más obras maestras y muchas de ellas muy reconocibles. Como los tres museos están a pocos metros de distancia, el que elijas no varía apenas en la ruta.
- Durante la visita conocerás el Madrid imperial (Palacio real y alrededores), el Madrid más Castizo (Barrio de las Letras o La Latina), el Madrid cultural (Triángulo del Arte, con el Museo del Prado como principal referencia), el Madrid de sus parques y jardines (visitando el Retiro y los Jardines de Sabatini) y, por supuesto, el Madrid más moderno y cosmopolita (Paseando por la Gran Vía y la Plaza de Callao). Un recorrido más que suficiente para hacerte a la idea de qué es Madrid.
- Las únicas entradas que pagarás serán la del Palacio Real y la del Museo de arte que elijas. El resto del recorrido es completamente gratuito, salvo las comidas.
- Para comer, debes saber que en Madrid, cuando no se trabaja, se come a dos horas diferentes. Primero se toma un aperitivo o un vermut con alguna tapa, y después se come sentados a la mesa de forma contundente. Por ello hemos previsto paradas a diferentes horas para mantener esta madrileña tradición.
Viernes
Llegada a Madrid
Como hemos venido comentando, entendemos una escapada de fin de semana a Madrid aquella que se inicia en la tarde/noche del viernes y que nos permite descubrir sus secretos hasta volver a casa a lo largo del domingo. Por ello, lo primero que tenemos que hacer una vez aterricemos en el aeropuerto de Madrid, pisemos el andén de la estación de Atocha o crucemos la M-30 camino a la gran ciudad es dirigirnos a nuestro alojamiento. Recuerda estos consejos sobre cómo llegar a Madrid y dirígete presto a tu lugar de descanso porque no hay tiempo que perder.
Una vez establecidos, llega la hora de comenzar a tomarle el pulso a la ciudad. Dependiendo de la hora nos dará tiempo a pararnos más o menos, pero lo ideal sería terminar el día con una espectacular puesta de sol antes de disfrutar de la noche madrileña en la Gran Vía y Malasaña.
El punto de partida: La Puerta del Sol

Si tenemos en cuenta que en la Puerta del Sol se encuentra el conocido como Km. 0, punto de partida de todas las carreteras radiales de España (y también de la numeración de las calles de la ciudad) en su popular y curioso azulejo (si, no te esperes más… más allá de la curiosidad del km. 0, sólo podrás hacerte la fotografía típica pisándolo y poco más), no hay mejor lugar de Madrid para empezar una visita de un fin de semana en Madrid que la propia Puerta del Sol.
Esta popular y concurrida plaza se encuentra en el centro de todo, a pocos pasos de los principales puntos de interés de la ciudad y con unas buenas comunicaciones por metro, tren y bus que la hacen el lugar perfecto para comenzar este recorrido por los principales atractivos de Madrid.
Se trata de una plaza de gran tamaño, prácticamente peatonal en su totalidad. Su nombre proviene de que en este punto se encontraba una puerta de entrada a la antigua villa de Madrid que tenía un sol en lo alto, referencia que actualmente se ha perdido en su totalidad. De hecho, el que ahora se considera el epicentro de Madrid, en aquel entonces no era más que una pequeña y desordenada plaza a las afueras de la ciudad donde se concentraban los mercaderes para evitar pagar los impuestos por vender intramuros.
Aparte de la ya mencionada placa del kilómetro 0, lo más llamativo de la Puerta del Sol es el edificio de la Real Casa de Correos y su reloj, el más famoso del país. No en vano es el reloj que marca la entrada del año nuevo cada noche del 31 de diciembre, con miles de madrileños y visitantes a sus pies y llegando a cada domicilio a través de la retrasmisión en directo por televisión.
Además, también puedes darte un paseo alrededor para no quedarte sin ver la escultura del Oso y el Madroño (escudo de Madrid), la estatua ecuestre del rey Carlos III (considerado el mejor alcalde de Madrid por las infraestructuras y edificios emblemáticos que construyó) o, levantando un poco la mirada, el cartel luminoso de Tío Pepe, uno de los pocos exponentes de la fiebre del neón luminoso que quedan en la ciudad, junto con el cartel de Schweppes en la plaza de Callao.
Por la Calle del Arenal, hasta el Teatro Real

Tras disfrutar del centro puro de la ciudad, nos dirigimos a nuestro primer gran destino, el Palacio Real. Para ello, debemos coger por una de las calles peatonales que surgen de la Puerta del Sol, la Calle del Arenal, una de las vías más antiguas de la ciudad y que actualmente se ha convertido en un auténtico hervidero de gente. Se trata de una vía peatonal muy concurrida, con mucha historia, muchos comercios y muchos y curiosos detalles que hacen que recorrerla sea importante por sí mismo, y no únicamente por ser la línea de unión entre la zona de la Puerta del Sol con la zona del Palacio Real.
Mientras la recorres, deberás fijarte en varios edificios populares que no debes dejar pasar. Para empezar, debes saber que en el número 8 de esta concurrida calle vive nada más y nada menos que el mismísimo Ratoncito Pérez. Cuenta el cuento que cerca del Palacio Real, en una pastelería de la Calle del Arenal, vivía un roedor con su familia en una caja de galletas que se guardaba en el almacén de una confitería; y se contaba que cada noche el Ratoncito Pérez visitaba las habitaciones del futuro rey y de otros niños más pobres. Sin duda uno de los mejores planes para hacer con niños en Madrid.
Algunos otros edificios que debes tener en cuenta son:
- Palacio de Gaviria (Calle del Arenal, 9), actualmente sala de exposiciones.
- Teatro Eslava (Calle del Arenal, 11), inaugurado en 1871 pero que desde 1891 es una de las más populares salas de fiestas de Madrid. Todo un icono de la movida madrileña.
- Iglesia de San Ginés (Calle del Arenal, 13). Construida en 1645, es una de las iglesias más antiguas de la ciudad, aunque su aspecto actual data de 1870.
- Antiguo Hotel Internacional (Calle del Arenal, 19), uno de los más lujosos hoteles de la ciudad a principios del siglo XX. En la actualidad son viviendas privadas.
- Librería de San Ginés (adosada al lateral de la Iglesia de San Ginés), es considerada una de las más antiguas y encantadoras librerías de Madrid. Se trata de una pequeña librería en plena calle que se dedica a vender libros antiguos y usados, que una vez abiertas las persianas de los muebles de madera, son colocados de manera pintoresca en unas mesas que conforman uno de los puntos más fotografiados de la calle Arenal.
- Chocolatería de San Ginés (Pasadizo de San Ginés, junto a la Librería). Mañana la conocerás mejor, pues comenzaremos el sábado desayunando aquí, en uno de los puntos con más historia y tradición de la calle.
Justo al terminar de pasear por la Calle del Arenal llegaremos al Teatro Real, el palacio de la Ópera de Madrid. Se trata de uno de los principales coliseos de la Ópera en el mundo, tanto por historia como por tecnología entre bambalinas. Y por supuesto, su oferta cultural es enorme y a la altura de cualquier gran teatro europeo. Es una auténtica pena no disponer de más tiempo para visitarlo por dentro, pues además de su imponente aspecto exterior dispone de un montón de curiosidades entre sus salones y que suelen pasar desapercibidas para el gran público. La dirección del Teatro Real ha planteado incluso diferentes tipos de visitas, tanto por libre (con audioguía) como guiadas, centradas en diferentes temáticas, que nos permiten disfrutar del propio edificio, de las técnicas tras el escenario o incluso las salas de ensayo y vestuario.
Acercándonos al Palacio Real y Jardines de Sabatini

Y ahora sí, por fin, ha llegado la hora de ver uno de los puntos fuertes de la ciudad (aunque hoy únicamente lo veremos por fuera): El Palacio Real. Justo a la espalda del Teatro Real nos encontraremos con la Plaza de Oriente. Esta coqueta plaza está repleta de estatuas de antiguos monarcas que originalmente estaban planteadas para colocarse en la cornisa superior del Palacio Real, pero el miedo de la por entonces reina a fallecer aplastado hicieron que fueran pocas las figuras que se pusieron y el resto se repartieran por otros puntos de la ciudad, especialmente la Plaza de Oriente, donde nos encontramos, y el Paseo de las Estatuas del Parque del Retiro.
Hoy no entraremos en el Palacio Real. Dependiendo de la hora, probablemente esté ya cerrado, y si estuviera abierto apenas tendríamos tiempo para disfrutarlo en condiciones. Así que lo dejaremos para el domingo y disfrutaremos hoy del esplendoroso exterior que distingue a uno de los más grandes palacios regios europeos. Una vez que crucemos la plaza y nos acerquemos a su fachada (que por cierto, el balcón que ves arriba es desde donde se asoma la familia real en los grandes actos), nos dirigiremos a la derecha para conocer los Jardines de Sabatini y una perspectiva diferente desde la que fotografiar el palacio.
Los Jardines de Sabatini son un pequeño remanso de paz que nos permitirá una de las mejores panorámicas del Palacio Real. Se trata de un pequeño jardín en la zona norte del Palacio que nos ofrece dos vistas imperdibles del palacio. La primera justo desde la escalera de acceso, a una considerable altura, que nos permite ver el edificio en perspectiva. La segunda, desde su interior, donde podremos ver toda la cara norte del Palacio enmarcada en su vegetación y en los estanques de agua que, con un estado calmado, nos permitirían hacer una de esas típicas fotografías de postal con el edificio reflejado en el agua.
Tras esto, continuaremos hacia delante hasta llegar a la Plaza de España para acercarnos a nuestro soñado atardecer.
Plaza de España y atardecer en el Templo de Debod

Tras cruzar un par de calles y pasar bajo un puente de tráfico rodado nos encontraremos con una imponente plaza (por su tamaño y por sus edificios). Se trata de la Plaza de España, que normalmente únicamente sirve de paso para llegar al Palacio Real o al Templo de Debod desde la Gran Vía. Sin embargo, antes de continuar hacia el atardecer, merece la pena detenerse aunque sea unos minutos en esta enorme plaza.
Para empezar, levanta la cabeza. Verás dos de los edificios más altos de Madrid y dos de los primeros rascacielos de Europa. A tu derecha, de color blanco y rojizo de ladrillo encontrarás el Edificio España, actualmente un popular hotel de lujo con un restaurante panorámico en su última planta. Enfrente, de blanco, el edificio residencial más alto de España, la Torre de Madrid. Pese a que en sus primeras plantas alberga un hotel, el resto del edificio son apartamentos y viviendas de lujo con unas impresionantes vistas del centro de la ciudad.
Además, en el centro de la plaza hay un bonito monumento dedicado al escritor Cervantes y su obra. Se trata de un complejo conjunto escultórico en el que se pueden distinguir tanto al propio autor como a algunos de los principales personajes de sus obras más conocidas tales como Don Quijote, Sancho Panza, la Gitanilla o Rinconete y Cortadillo. Como curiosidad, deberías saber que el importe de su construcción se financió en conjunto por todos los gobiernos de habla hispana del mundo.
Si al llegar a la Plaza de España continuamos recto y giramos a la derecha, llegaríamos a la Gran Vía. Sin embargo esta famosa vía madrileña la recorreremos por la noche, por lo que antes de eso vamos a salirnos un momento de la ruta turística básica para descubrir una de las principales curiosidades de Madrid y uno de los mejores atardeceres de la ciudad: el Templo de Debod.

El Templo de Debod, a pocos pasos de la Plaza de España pero fuera de los principales recorridos turísticos de la ciudad, se trata de un auténtico templo egipcio traído piedra a piedra hasta Madrid y que se ubica en el Parque del Oeste. Se trata de un regalo del gobierno de Egipto a España por su ayuda para salvar diversos monumentos históricos en una zona inundable del valle del Nilo. Tras un largo y costoso traslado, el templo fue reconstruido exactamente igual que en su forma original y nos permite conocer una pequeña porción de Egipto sin salir de Madrid. Se trata de una atracción gratuita, aunque para visitar su interior suelen formarse largas colas. Sin embargo, aparte de la propia magia que tiene visitar un auténtico templo egipcio en una gran ciudad occidental como Madrid, lo que es de verdad impresionante es poder disfrutar de su mirador, con vistas al Palacio real y la Catedral de la Almudena y de uno de los atardeceres más mágicos de la ciudad.
Y con este impactante estampa Madrid nos da la bienvenida a sus calles y comenzamos un pequeño paseo nocturno antes de disfrutar de lo que la noche madrileña nos puede ofrecer.
Paseando por la Gran Vía y la Plaza de Callao

Tras ver el espectacular atardecer en uno de los mejores miradores de Madrid, volvemos de nuevo a la Plaza de España para, esta vez sí, cruzarla y adentrarnos en la bulliciosa y mágica Gran Vía de Madrid. La zona por la que entramos es la más nueva de una mágica avenida que nos mostrará el pulso de la ciudad nocturna. Aquí encontraremos los principales teatros de la ciudad, destacando especialmente el Teatro Lope de Vega (con obras majestuosas como El Rey León o Los Miserables), además de poder disfrutar del bullicioso ambiente y poder pararnos para tapear algo en alguno de sus.
A través de multitud de gente y ambiente, nos dirigimos hacia el máximo exponente de la Gran Vía madrileña, la Plaza de Callao, conocida como la Time Square madrileña. Este luminoso espacio repleto de carteles, pantallas LED y altos y carismáticos edificios es, sin duda, el mejor exponente de este nuevo Madrid moderno y cosmopolita en el que nos adentramos ahora. Destacan especialmente el Edificio Carrión (también conocido como edificio Capitol, con el famoso cartel de Schweppes en lo alto), el cine de Callao con sus grandes pantallas publicitarias, los edificios de El Corte Inglés (con su terraza panorámica en lo alto) y el Palacio de la Prensa (al otro lado de la calle). El curioso edificio Carrión fue en su momento la construcción más moderna de la ciudad, siendo incluso el primer edificio de España en contar con aire acondicionado. En la actualidad se mantiene como uno de los símbolos de Madrid.
La plaza de Callao está situada prácticamente en el centro de la Gran Vía. Si dejamos el edificio de la Fnac a nuestra espalda, a nuestra izquierda (por donde hemos venido) tenemos el tramo más moderno de la Gran vía, mientras que a la derecha encontramos el tramo más antiguo, donde destaca sus edificios monumentales y, especialmente el edificio Telefónica, el máximo exponente de la arquitectura neoyorquina en la ciudad.
En este punto mágico de Madrid, en su alma y su corazón, damos por terminado nuestro primer día en la ciudad, dando paso a la hora de cenar o, si lo hemos planeado con tiempo, disfrutar de la abismal oferta de teatro y musicales de Madrid.
Cenando en el barrio de Malasaña o un Musical en la Gran Vía

Sin apenas tiempo para descansar, tenemos que aprovechar nuestra primera noche en Madrid para disfrutar de la cultura y la gastronomía de la ciudad. Si deseas asistir a algún musical o obra de teatro, te recomendamos planificarlo con tiempo, especialmente para obras con gran asistencia como El Rey León, que suelen colgar el cartel de “no hay billetes” semanas o incluso meses antes de la fecha escogida. Además de las obras más famosas, en la zona de la Gran Vía y alrededores hay muchos otros teatros más pequeños con obras más humildes pero igualmente extraordinarias que ofrecen una alternativa completa de ocio y cultura. Destaca por ejemplo La Chocita del Loro, un pequeño teatro cabaret especializado en monólogos de humor donde además de disfrutar a carcajadas puedes incluso cenar o tomarte una copa.
Para el momento de la cena te proponemos conocer Malasaña, uno de los barrios con más ambiente de la ciudad. Es el barrio bohemio por excelencia de Madrid. Se trata de una zona que se encuentra al norte de la Gran Vía y a la que puedes ir perfectamente andando para luego perderte entre sus calles a la búsqueda de ese restaurante que te inspire para cenar. Suelen ser locales modernos, en un barrio de moda, que combinan lo tradicional con la innovación gastronómica, con platos modernos que van desde revisiones de los clásicos a invenciones completamente nuevas. Entre sus calles encontrarás mercados gourmet, locales de tapas de diseño, bares tradicionales, comida internacional y todo lo que desees. Ya disfrutaremos de la gastronomía tradicional madrileña en el aperitivo y al medio día de mañana, por lo que ahora toca dejarse llevar por las nuevas tendencias.
Sábado
Comenzando bien el día: Churros con Chocolate en San Ginés

Para comenzar bien (y con energías) cualquier viaje (y más si va a ser una visita express a Madrid un fin de semana) conviene comenzar con alegría, pero también con energía. Y para ello debemos empezar con un buen y contundente desayuno. En Madrid se puede desayunar pan tostado (normalmente con mantequilla y mermelada o con aceite y tomate), bollería (cruasanes y napolitanas) con un buen café en cualquiera de sus bares o cafeterías. Pero si realmente has venido a la capital de España para comerte la ciudad, debes empezar por un buen chocolate con porras (o churros) en la centenaria chocolatería de San Ginés.
Está clásica y castiza chocolatería se encuentra muy cerca de la céntrica Puerta del Sol, en un estrecho pasadizo en uno de los laterales de la calle del Arenal. Identificarás el callejón porque está justo en la esquina de la sala de fiestas Joy Eslava y porque a su comienzo encontrarás una curiosa y antigua librería de libros usados. Se trata de un pequeño establecimiento de madera cuyas estanterías se encuentran en plena calle e integrados en las antiguas paredes de los edificios.
Dejando la antigua librería atrás, llegaremos a la tradicional chocolatería de San Ginés, abierta 24 horas y 365 días al año, sirviendo chocolates, churros y porras desde 1894 (ahí es nada). Si puedes elegir dónde sentarte (siempre hay cola para pedir), intenta bajar a la planta sótano de su local principal, donde podrás disfrutar de todo su encanto y deleitarte con las fotografías de personajes famosos que han mojado sus bigotes en chocolate en este famoso establecimiento. Sólo para tu información, aquí sirven tanto churros como porras. La diferencia está en la masa y en la forma. Los churros son más finos y con una masa más consistente, mientras que las porras son una evolución del anterior, con mayor tiempo de reposo y algunos ingredientes más que le dan una mayor esponjosidad y tamaño. ¿Nuestro consejo? Lo mejor de San Ginés son las porras.
Congreso de los Diputados

Tras dar buena cuenta de nuestro desayuno castizo y coger fuerzas para un largo día, nos dirigimos hacia nuestro objetivo de la mañana: El Museo del Prado. Para ello, deberemos cruzar la Puerta del Sol (que tiene otro ambiente por la mañana, aunque siempre muy animada) para enfilar la carrera de San Jerónimo hacia el Paseo del Prado.
A mitad de camino, justo antes de desembocar en el Paseo del Prado nos encontraremos con la bonita Plaza de las Cortes, en las que encontraremos una curiosa estatua de Cervantes (que tenía una cápsula del tiempo bajo su pedestal) enfrentada a un imponente edificio de columnas, la sede gubernamental más importante del país, el Congreso de los Diputados. Destaca especialmente su imponente fachada exterior de estilo neoclásico, con enormes columnas que sostienen un gran frontón triangular. Esta entrada está además adornada con dos impresionantes leones de bronce fabricados con el metal fundido de balas de cañón.
Estamos justo en el borde exterior del barrio de las Letras, que adquiere este nombre debido a que algunos de los más famosos escritores y dramaturgos de nuestro país nacieron, vivieron o murieron entre sus calles. Desde el siglo XVI y especialmente en el XVII, por esta plaza y alrededores hicieron vida grandes escritores y dramaturgos. Es el caso de Calderón de la Barca, Lope de Vega o Cervantes, además de pintores, actores, dibujantes, etcétera.
Paseo del Prado y Triángulo del Arte

Dejando atrás el Congreso de los Diputados, alcanzamos el Paseo del Prado en uno de sus zonas más importantes. Al llegar habremos dejado a nuestra derecha el Palace, uno de los hoteles más lujosos y cargados de historia de la ciudad, nos encontraremos cara a cara con la imponente fuente de Neptuno, una de las tres que formaban parte, junto a la Cibeles y a la de Apolo, del conjunto escultórico del Salón del Prado.
La fuente de Neptuno es considerada una de las más bellas de Madrid. Fue diseñada por el arquitecto madrileño Ventura Rodríguez. La fuente contiene una estatua a tamaño real y de cuerpo entero del dios romano del mar Neptuno, que está situado a casi cuatro metros de altura sobre un carro que surca el agua.
El Paseo del Prado, además, es la sede del denominado Triángulo del Arte de Madrid, algo único en el mundo que aúna, en apenas unos cientos de metros de distancia, tres de los mejores museos artísticos del mundo y que, además, dan cabida a un amplio espectro temporal y de géneros pictóricos. Hablamos por supuesto de la triada artística formada por el Museo del Prado (el cual visitaremos hoy), el museo Thyssen-Bornemisza (con pintura más actual y extranjera) y el Museo Reina Sofía (dedicada al arte contemporáneo y que contiene el Guernica de Picasso).
Visitando el Museo del Prado en una mañana

Prácticamente formando esquina con la Fuente de Neptuno, encontramos el edificio de Los Jerónimos, también conocido como Museo del Prado. ¿Sabías que fue planteado inicialmente como gabinete de Ciencias Naturales? En la actualidad el Museo del Prado es una de las señas de identidad de Madrid y uno de los principales focos del arte de todo el mundo. No en vano, es considerada como la mejor pinacoteca del mundo. No se trata de uno de los museos llamados “enciclopédicos” que abarcan diferentes formas artísticas y una representación de todas las escuelas y estilos pictóricos. El símbolo del arte madrileño cuenta con una menor extensión y sus obras están concentradas en ciertos estilos y escuelas pictóricas. Si bien la colección del Museo del Prado tiene unas 7.600 pinturas y unas 1.000 esculturas, sólo se exponen en sus salas algo menos de 1.000 obras, la mayor parte de las cuales pertenecieron a las Colecciones Reales de las dinastías españolas. Eso sí, el Museo del Prado reúne la mejor colección que existe de pintura española, y una gran representación de pintura flamenca e italiana. El resultado es una selección compacta y accesible de cientos de obras maestras de la pintura de entre los siglos XVI y XIX, entre las que se muestra lo más sublime de Velázquez y Goya.
Gracias a su tamaño “contenido” en comparación con otros grandes museos como el Louvre puede visitarse de forma más cómoda y práctica, pudiendo organizarse diferentes recorridos por tiempo que permiten visitar sus obras maestras en una o dos horas, aunque te recomendamos encarecidamente que optes por una visita de mínimo dos horas, que al final se convertirán en más de tres entre entrar y detenerse en cada una de las obras recomendadas.
Visitando el Museo del Prado en 1 hora
Si no dispones de demasiado tiempo para visitar el Museo del Prado pero no te quieres perder las principales obras de la mejor pinacoteca del mundo, desde la organización del propio museo proponen las 13 obras maestras que no te deberías perder.
Visitando el Museo del Prado en 2 horas
Con dos horas en el Museo del Prado se pueden contemplar una gran cantidad de las principales obras maestras de la pinacoteca. La propia organización hace una selección de 27 obras que no deberías perderte.
Obras Maestras del Museo del Prado
También puedes optar por montarte tu propio recorrido. Eso sí, te recomendamos que lo prepares con antelación para no ir improvisando. Para ayudarte puedes tener en cuenta algunas de las que se consideran sus obras maestras:
- El Caballero de la mano en el Pecho, El Greco
- Las hilanderas (o La Fábula de Aracne), Diego Velázquez
- La maja desnuda, Francisco de Goya
- Chicos en la playa, Joaquín Sorolla
- El sueño de Jacob, Ribera
- Las tres gracias, Rubens
- El Jardín de las Delicias, El Bosco
- David vencedor de Goliat, Caravaggio
- Las Meninas, Diego Velázquez
- El 3 de Mayo en Madrid, Francisco de Goya
Comiendo en la calle Huertas, en el Barrio de las Letras

Es probable que, tras recorrer el Museo del Prado durante más de dos horas, te hayas saltado incluso la hora del tradicional aperitivo. Tanto si es así como si todavía estás a tiempo, te recomendamos que no te vayas muy lejos a comer. Prácticamente enfrente de la pinacoteca, al otro lado del Paseo del Prado, encontramos la tradicional Calle de las Huertas (o Calle Huertas como se la conoce en Madrid). Esta calle, y sus alrededores, es bastante conocida por tener todo tipo de bares y restaurantes de todos los precios, pudiendo tanto picar algo de aperitivo para después comer, o bien directamente comer en cualquiera de sus locales. Encontrarás desde propuestas tradicionales como los Huevos Rotos (incluso con locales especializados en ellos), hasta propuestas más vanguardistas.
Iglesia de los Jerónimos

Tras una merecida pausa para comer, nos ponemos de nuevo en marcha. Salimos nuevamente al Paseo del Prado para dirigirnos a nuestra siguiente parada, el Parque de El Retiro. Pero antes, pasaremos junto al Museo del Prado para detenernos un poco más en esa iglesia que habremos visto desde la entrada al edificio. Se trata de la Iglesia de los Jerónimos, una antigua iglesia que formaba parte del monasterio de los Jerónimos, ahora desaparecido, cuyo claustro se encuentra integrado dentro del propio Museo del Prado.
Dejando atrás la curiosa y bonita Iglesia de los Jerónimos, continuaremos adelante hasta encontrar el Casón del Buen Retiro, un pequeño y coqueto edificio perteneciente al Museo del Prado y que nos servirá de último paso antes de adentrarnos en el enorme y precioso pulmón verde de la ciudad, el Parque del Retiro.
Una tarde en el Parque del Retiro

A esta hora del día y con varios kilómetros a la espalda es probable que estés ya bastante cansado y con ganas de un poco de relax, por lo que el Parque del Retiro es el lugar ideal para descansar un poco en alguno de sus bancos o zonas de césped mientras disfrutas especialmente de sus estanques, árboles y edificios.
El Parque del Retiro, aunque no es tan grande como Central Park o Hyde Park, sí que tiene una extensión bastante considerable, con multitud de puntos de interés como rosaledas, parterres o jardines cerrados que harían que con todo un día dedicado en exclusiva al parque aún te faltase tiempo para verlo todo. Debido a ello, a que ya estaremos algo cansados de andar y a que no nos sobra demasiado tiempo si queremos continuar viendo cosas, nos vamos a centrar únicamente en dos o tres puntos.
Como venimos andando desde el Museo del Prado, cuando dejemos atrás el Casón del Buen Retiro y crucemos las puertas del Parque del Retiro, lo haremos por el conocido como Parterre Francés. Aprovecha esta oportunidad para disfrutar de uno de los rincones especiales del parque, pues su configuración al estilo de los jardines de los grandes palacios europeos no la volverás a encontrar en ninguna otra parte del parque, de estilo más romántico. Se trata de un jardín con trazados geométricos, parterres de flores y cipreses podados con curiosas y preciosas formas. Además, justo al entrar, podrás observar el que se considera el árbol más antiguo de Madrid, un ciprés calvo que dicen que se encuentra en el mismo lugar desde antes de la construcción del parque. Su tronco en forma de tridente o trípode invertido se rumorea que sirvió como base para colocar un cañón de artillería francés durante la guerra de la independencia.

Continuamos hacia delante para dirigirnos a uno de los lugares más mágicos, fotografiados y bonitos del Parque del Retiro. Sin duda, el Palacio de Cristal es el lugar clave que todo visitante busca en el pulmón verde de Madrid. La instantánea del edificio (construido íntegramente en hierro y cristal) desde el otro lado del estanque enmarcada por la vegetación es probablemente la más famosa del lugar. Además, gracias a las peculiaridades de los árboles de hoja caduca que acompañan al precioso palacio, dependiendo de la época del año nuestra fotografía cambiará completamente, pasando de verde a amarillo, después a rojo y después a una invernal estampa de árboles sin hojas. El estanque, además, dispone de un gran surtidor de agua en el centro que le da el toque final a nuestro bonito cuadro. El Palacio de Cristal fue construido en 1887 para albergar una exposición de plantas y flores exóticas traídas desde filipinas. Tras esto, su uso siguió siendo expositivo hasta el punto de que en la actualidad pertenece al museo Reina Sofía de arte contemporáneo como sala de exposiciones de acceso gratuito.
Los alrededores del Palacio de Cristal están repletos de zonas de césped para poder descansar bajo la sombra de los árboles en épocas veraniegas o disfrutando de un bonito día soleado en días invernales. Se trata por tanto de un lugar ideal para tomarnos un refrigerio o simplemente descansar disfrutando del ambiente y de las vistas de uno de los lugares más bonitos y relajantes de Madrid.

Una vez descansados, toca retomar nuestro camino para ir hacia el norte a descubrir otro de los grandes atractivos del Parque del Retiro, el Estanque Grande y el Monumento a Alfonso XIII. Se trata, como su nombre bien indica, de un gran estanque rectangular repleto de peces y en el que si lo deseamos y consideramos que tenemos tiempo de sobra, podemos alquilar una barca de remos para disfrutar de 45 minutos de relax paseando por sus tranquilas aguas y obteniendo una vista privilegiada del imponente monumento a Alfonso XIII. Lo que sí podremos hacer es imaginarnos su uso original, pues cuando todavía el Parque del Retiro era un jardín privado de uso y disfrute exclusivo de la familia real y su corte, se planificó esta gran estanque para la representación de grandes batallas navales de forma teatral. Curiosamente, este estanque es uno de los pocos elementos que se mantienen en el parque desde sus orígenes.
Al otro lado del estanque, justo en la orilla y con una escalinata que desciende hasta el agua, aparece imponente una enorme columna con una estatua ecuestre encima rodeada de un semicírculo de columnas. Se trata del monumento a Alfonso XIII, que junto con el Estanque Grande forman otra de las más típicas estampas del parque. Si rodeas la masa de agua podrás lo admirar desde más cerca y sentarte en sus escalinatas para disfrutar de las vistas. Gracias a su orientación, estas escaleras suponen un lugar privilegiado para disfrutar de un bonito atardecer con el sol reflejado sobre las aguas del estanque. Como curiosidad, la columna de gran tamaño sobre la que se sustenta la estatua ecuestre del monarca, en realidad se trata de un mirador visitable con unas vistas envidiables del Parque del Retiro, aunque hace falta reservar con semanas o incluso meses de antelación y únicamente en días y horas específicas.
La Puerta de Alcalá y la Fuente de Cibeles

Ya nos queda poco para terminar nuestro día grande en esta escapada de fin de semana a Madrid. Si no hemos calculado mal, será ya media tarde, por lo que estaremos cansados y deseando relajarnos un poco o, al menos, darnos una ducha para poder salir a cenar si hacemos noche en la ciudad. Por ello, dejaremos a sur el Estanque Grande para salir por una de las entradas principales del Parque del Retiro y dirigirnos a otro de los puntos álgidos de nuestra visita. ¿Y cual no lo ha sido? Ahora llega la hora de adentrarnos de nuevo en la Madrid monumental para recorrer la calle de Alcalá con su Puerta de Alcalá, Fuente de Cibeles y Edificio Metrópolis, antes de terminar nuestro camino donde lo empezamos, en la Puerta del Sol.
Si dejamos el Estanque Grande al sur y salimos por la puerta norte del Parque del Retiro nos encontraremos frente a frente con la imponente Puerta de Alcalá. Sin duda, entramos en una de las zonas monumentales más importantes de Madrid y a cada paso que demos entraremos en una nueva postal. La Puerta de Alcalá es uno de los monumentos más fotografiados de la ciudad, con un pintoresco color que combina el gris de la piedra con los colores de las flores y el verde del césped que la rodean y que parecen protegerla del tráfico. Su nombre, como no podía ser de otra forma, proviene de que se encuentra en el camino que unía Madrid con Alcalá de Henares (lugar de nacimiento de Cervantes, por cierto). La Puerta de Alcalá se inauguró en 1778, tras cuatro años de obras, para conmemorar la llegada a Madrid de Carlos III como Rey de España.
Como se puede ver a simple vista, tiene forma de arco del triunfo, con la peculiaridad de disponer de cinco arcos lo que la diferencia de otras puertas famosas como el Arco del Triunfo de París o el de Constantino en Roma. Como curiosidad, para aquellos observadores que busquen más el detalle, aunque la puerta parece simétrica por ambos lados, nada más lejos de la realidad. Multitud de detalles hacen que cada uno de sus caras sea completamente diferente a la otra. Además, si de verdad eres un buen observador, te darás cuenta de ciertos desperfectos en su fachada. Estos fueron provocados por impactos de proyectiles en 1883 durante la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis en apoyo a Fernando VII. Además, se debe destacar que fue el Primer Arco del triunfo construido en Europa después del imperio romano. Poco después llegaron otros de aspecto similar como la Puerta de Brandenburgo en Berlín o el propio Arco del Triunfo de París.

Para no bajar el nivel de expectación, tras ver (y fotografiar) la Puerta de Alcalá continuaremos bajando por la calle de Alcalá para llegar, en apenas poco más de 300 metros, a otro de los símbolos de la Ciudad. La diosa Cibeles nos espera sobre su mágico carro tirado por leones en el centro de la próxima glorieta. Construida en 1782, representa a la diosa romana Cibeles, símbolo de la tierra, la agricultura y la fecundidad, sobre un carro tirado por dos leones, los personajes mitológicos Hipómenes y Atalanta. Se trata probablemente de la diosa más querida por los madrileños. No en vano, durante la guerra civil española fue sepultada bajo toneladas de tierra y ladrillos en una especie de pirámide contemporánea para salvarla de los bombardeos. Además, es lugar de celebraciones de los éxitos deportivos del Real Madrid y la leyenda dice que sus aguas protegen la reserva del oro de la nación con un complejo sistema de tuberías que inundaría en apenas minutos la cámara acorazada donde se encuentra en el Banco de España (a escasos metros).
Antes de continuar avanzando hacia nuestro siguiente punto (e inevitablemente hacia el fin de esta visita), nos volveremos hacia atrás, hacia donde hemos venido y veremos un precioso e imponente palacio de fachada de piedra blanca, el Palacio de Cibeles. Se trata del actual ayuntamiento de Madrid (anteriormente con sede en la Casa de la Villa, que podremos ver antes de llegar a la Plaza Mayor). El edificio fue construido a principios del siglo XX para albergar el recién estrenado servicio de correos y telégrafos. De ahí su nombre real, Palacio de las Comunicaciones, y también sus numerosos pináculos en su fachada, ideados para albergar los cables del telégrafo que llegaban al edificio. Por si deseas volver a la noche o por si tienes algo de tiempo antes de terminar la visita, puedes subir a su planta mirador, en lo más alto de su torre central o tomarte una deliciosa cena o aperitivo en su restaurante mirador, con una de las vistas más privilegiadas de la ciudad.
El Edificio Metrópolis y el final de nuestro día
Todas las cosas tienen un final, y nuestro día también llega ya a sus últimas paradas antes de finalizar. Sin embargo, nada mejor que finalizar este recorrido por Madrid por otro de sus edificios más emblemáticos y fotografiados. Si dejamos atrás la fuente de la Diosa Cibeles y continuamos bajando por la Calle de Alcalá hacia la Puerta del Sol, pronto veremos de fondo esa característica cúpula de pizarra negra con adornos dorados y un conjunto escultórico en lo más alto digno de estar en alguna de las mejores fuentes de la ciudad.
Se trata del edificio Metrópolis, probablemente el edificio privado (y no visitable) más conocido de la ciudad. No en vano, se suele colar, junto a la Plaza Mayor, La Cibeles, el Palacio Real o la Puerta de Alcalá, entre las principales postales que se pueden conseguir en las tiendas de souvenirs. La mejor perspectiva para fotografiarlo es desde la Calle de Alcalá, a la altura del Círculo de Bellas Artes. Aunque si quieres una verdadera vista espectacular, siempre puedes subir a la azotea del Círculo de Bellas Artes (donde también puedes cenar o tomarte una copa con las mejores vistas de la ciudad) para coger una panorámica de la calle de Alcalá y la Gran Vía en la que la famosa cúpula de pizarra y pan de oro del Edificio Metrópolis sea la protagonista.
El Edificio Metrópolis es un edificio de carácter privado construido a principios del siglo XX en un momento en el que la Gran Vía comenzaba a nacer. En su momento fue el más alto de la ciudad con sus 45 metros de altura. Su historia siempre ha estado ligada a las empresas de seguros, incluyendo ahora, que pertenece a la compañía Metrópolis que le da nombre y que no permite las visitas a su interior, algo que no ha impedido que se convierta en uno de los edificios más representativos de la ciudad.
Y tras este impresionante final, llegamos a nuestra meta de hoy. Podemos elegir continuar por la calle de Alcalá hasta la Puerta del Sol o girar hacia la derecha para recorrer la parte más antigua de la Gran Vía y disfrutar del máximo exponente de la arquitectura neoyorquina en la ciudad, el Edificio Telefónica.
Con este recorrido rápido, breve e intenso hemos logrado visitar los principales atractivos de Madrid en un día completo. Podríamos dar por terminada nuestra escapada (aunque nos faltaría visitar la Plaza mayor) o, si el domingo también contamos con tiempo antes de partir, continuar hacia nuestra propuesta para ese día. Pero ahora llega la hora de aprovechar para descansar un poco, tomarnos una revitalizante ducha y adquirir fuerzas para tomarle nuevamente el pulso a la vida nocturna de la ciudad.
Cenando y tomando una copa en Chueca

Para despedirnos de nuestra última noche en Madrid, te proponemos conocer otro de los barrios más míticos de la ciudad en cuanto a oferta de restauración y ambiente nocturno: Chueca. Se trata de una de las zonas con más posibilidades, junto con su vecino barrio Malasaña, para disfrutar del ocio en la ciudad.
Probablemente el nombre te suene, pues es conocido en el mundo entero por ser uno de los barrios de moda en el ambiente LGTB. No en vano, la mayoría de actos centrales del Día del Orgullo LGTB tienen lugar entre sus calles y plazas. Pero mucho más allá de este contexto, lo cierto es que Chueca se ha erigido los últimos años como un barrio moderno y cosmopolita que mezcla a la perfección el Madrid más tradicional con todo tipo de locales de moda y con cocina de vanguardia a precios moderados, junto con una interesante oferta para el ocio nocturno.
Durante los años 80, la comunidad LGBT se fue instalando en el barrio de Chueca, situado en pleno centro de la ciudad. Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales durante todos estos años hicieron de este barrio, una de las zonas más deprimidas de la ciudad por aquel entonces, no sólo su lugar de ocio y trabajo sino su hogar, en plena convivencia con el resto de los vecinos y visitantes . Todos juntos transformaron a Chueca en uno de los espacios de mayor libertad, tolerancia y diversidad de Madrid y espejo en el que se miran muchas otras ciudades del mundo. Además, gracias a esta floreciente cultura y economía, muchos emprendedores de la ciudad han elegido Chueca para sus locales de ocio y gastronomía más atrevidos y llamativos.
Y con esta cena o copa en uno de los barrios más populares y animados de la ciudad damos por concluido nuestra día grande de esta escapada de fin de semana a Madrid. Si mañana sales a primera hora, aquí acaban nuestras recomendaciones. Si en cambio partes después de la hora de comer, sigue leyendo y aprovecha al máximo el domingo en Madrid.
Domingo
Para el último día de nuestra escapada de fin de semana a Madrid tenemos varias propuestas dependiendo del tiempo del que dispongas. Si partes a lo largo de la mañana, apenas tendrás tiempo para un corto paseo después de desayunar. Céntrate entonces en visitar la Plaza Mayor, que es probablemente el único gran punto de interés que nos ha faltado por visitar. Si por el contrario tienes más tiempo, puedes aprovechar para entrar en el Palacio Real. Y si sales a última hora de la tarde, te dará tiempo de hacer un recorrido completo y aprovechar que es domingo para conocer de primera mano el ambiente más tradicional de Madrid en la latina y el Rastro. Lo que es seguro es que, si tienes un hotel céntrico, lo que más te convendrá es despertarte temprano, dejar la maleta en la consigna del hotel y aprovechar lo mejor que puedas los últimos suspiros de tu escapada.
Visitando el Palacio Real

Si disponemos de suficiente tiempo para aprovechar toda la mañana y el medio día en Madrid sin prisas ni carreras antes de irnos, te proponemos una visita al interior del Palacio Real de Madrid. Morada regia desde Carlos III hasta Alfonso XIII, el Palacio Real de Madrid es uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad, proponiéndonos un viaje a través de la historia. Se trata del mayor palacio de Europa occidental, con 135.000 metros cuadrados y más de 3.000 habitaciones. Aunque en la actualidad no está habitado por los monarcas, continúa siendo su residencia oficial y suele ser el lugar de celebración de la mayoría de actos relacionados con la corona, ya sean recepciones, ceremonias o actos oficiales. Fue construido en el siglo XVIII sobre las ruinas incendiadas del antiguo alcázar de la ciudad, de origen árabe.
La visita al Palacio Real de Madrid puede ocupar aproximadamente unas dos horas de nuestro tiempo, todo dependiendo de si se realiza con guía, audioguía o por libre. Tras un exterior sobrio e imponente, en su interior nos aguarda un lujoso y grandioso palacio que todavía presenta toda la majestuosidad con la que se construyó en el siglo XVIII, pudiéndose visitar 20 salones que son, probablemente, los más interesantes de los 2.800 que contiene el edificio.
Tras entrar por la Plaza de la Armería, se accede al edificio por la imponente escalera principal, para posteriormente pasar por el regio Salón de Alabarderos y el imponente Salón de las Columnas. Este último es uno de los principales espacios del Palacio, usado en multitud de grandes actos históricos. También visitaremos las populares Cámaras de Gasparini, consideradas las más bellas del edificio, la saleta de porcelana y, por supuesto, el imponente salón del trono. Terminaremos la visita atravesando el comedor de gala, la preciosa capilla real, la biblioteca y la farmacia.
Con una entrada y precio a parte del coste que tiene la visita al Palacio Real de Madrid (aunque se puede adquirir una entrada conjunta por un precio superior), las Reales Cocinas son un elemento imprescindible a la hora de organizar una visita al Palacio Real de Madrid. Constituye el ejemplo más importante conservado hasta nuestros días entre las cocinas históricas de las residencias regias europeas, tanto por su tamaño, como por la conservación del conjunto y por el interés y magnitud de los accesorios. El conjunto de las Reales Cocinas ocupa todo un lado del primer sótano en el Palacio Real de Madrid y conserva sus instalaciones históricas, renovadas en gran parte entre 1861 y 1880 por voluntad de Isabel II y de Alfonso XII. Está compuesta de diversas salas dedicadas a aspectos concretos de la gastronomía y la cocina.
La Catedral de la Almudena

Llegados a este punto ya habremos visto la Catedral de la Almudena, que se encuentra cara a cara con el Patio de Armas del Palacio Real. Como verás, es de un estilo arquitectónico muy similar al propio Palacio, de estilo neoclásico. Lo que probablemente no sabrás es que es una Catedral prácticamente contemporánea (se terminó de construir en 1993, justo para la boda del actual monarca), aunque lo más sorprendente de todo es que, en sus orígenes, fue planificada como una catedral neogótica de dobles columnas al estilo de Notre-Dame, aunque finalmente fue rechazada la idea por la idea de los promotores de hacerla más discreta y parecida al Palacio Real para que formara conjunto con el mismo. No en vano, al contrario que otras grandes catedrales del mundo, no tiene orientación Este-Oeste, sino Norte-Sur, para así poder mirar cara a cara al Patio de Armas del Palacio Real.
Aunque no dispongamos de tiempo para realizar la visita a la cúpula y disfrutar así de las imponentes vistas del Palacio Real y del centro histórico de Madrid, sí que podemos hacer alguna de las otras dos posibles visitas a la Catedral de la Almudena. Podemos decidirnos por entrar en la propia Catedral para ver su interior y a la adorada Virgen de la Almudena en su altar o, incluso más recomendable, seguir un poco más adelante y darle girar al final del edificio para descender a la curiosa cripta de la Catedral de la Almudena, de planta similar en tamaño y forma a la nave principal pero con un marcado y curioso estilo neorrománico.
Hora del aperitivo en la Plaza Mayor

Se van acumulando los pasos y las horas y, si no hemos calculado mal, ya habremos superado la media mañana y nos estaremos adentrando en la hora del aperitivo. Y es que en Madrid, tras el desayuno está el almuerzo (un segundo desayuno especialmente para la gente que se encuentra trabajando) y, sobre todo, el aperitivo, ese pequeño tentempié que se toma acompañado de una caña de cerveza o un vermut antes de la comida principal. Y ya que sólo vamos a estar dos días en Madrid, qué mejor que tomarnos un clásico bocadillo de calamares disfrutando del siguiente punto de nuestro recorrido, la Plaza Mayor. Para ello, volvemos a cambiar de momento histórico de la ciudad para dejar atrás el Madrid imperial y adentrarnos en la calle Mayor y, a través de ella, en el Madrid castizo que nos recuerda a cuando apenas era una villa de provincias.
A lo largo de esta calle Mayor debemos detenernos aunque sólo sea un minuto en la llamada Plaza de la Villa, un bonito rincón donde podremos observar la Casa de la Villa, construida en el siglo XVII como sede del primer ayuntamiento de la ciudad.
Si continuamos por la calle Mayor, a nuestra derecha encontraremos el Mercado de San Miguel, que reconoceremos por la curiosa estructura metálica y de cristal. Su interior ha pasado de ser un clásico mercado de abastos a uno de los populares mercados gastronómicos gourmet en los que poder tapear. Si no te apetece probar el bocadillo de calamares clásico de Madrid, el mercado de San Miguel es una apuesta segura. Dispone de multitud de puestecitos con diferentes especialidades gastronómicas y de bebidas, que puedes ir recorriendo para luego degustar en alguna de sus zonas para sentarse.
Sin embargo, si prefieres disfrutar del Madrid más clásico, debes continuar hasta la siguiente calle, adentrarte en uno de los arcos que dan acceso a la Plaza Mayor y disfrutar de uno de sus populares bocadillos de calamares junto con una caña de cerveza bien fría o un vermut (bebida muy típica de Madrid a esta hora del aperitivo). Los principales bares especializados en este manjar, el fast food madrileño, se encuentran en los principales accesos a la Plaza Mayor. No es más que un pan crujiente con calamares fritos (al estilo andaluz) y acompañados, o no, de mayonesa. Lo tradicional es comerlo en el propio bar o pedirlo para llevar y sentarse en alguno de los escasos bancos que encontrarás en la plaza. Que por cierto, si consigues sentarte en alguno de los que están bajo las farolas, fíjate en el espaldar. Tienen unos grabados que te cuentan acontecimientos vividos en la plaza. Si todavía es muy temprano, tienes la opción de disfrutar de la tradicional hora del vermut en La Latina, nuestra siguiente parada.
La Plaza Mayor de Madrid es otro de los puntos álgidos de nuestro paseo. De forma rectangular y rodeada íntegramente de edificios, sus únicos accesos son arcos que adquieren nombres relacionados con los gremios establecidos allí en la antigüedad o con acontecimientos históricos vividos en ellos. Probablemente el más famoso y pintoresco de estos accesos es el de cuchilleros, que nos permite salir hacia el suroeste.

En el interior de la Plaza Mayor, toda nuestra atención se irá rápidamente hacia su edificio del lateral norte, conocido como la Casa de la Panadería y reconocible por sus torreones y, especialmente, por su fachada adornada con pinturas murales. Se trata del edificio más antiguo de la plaza y que, tras los numerosos incendios que se han producido en el lugar, ha terminado configurando el aspecto final hasta el que conocemos hoy en día, con edificios muy similares, de igual altura, colores y diseño de balcones. En lo alto de sus torres puede verse un reloj y, también, un curioso aparato ideado para predecir el tiempo según la presión atmosférica, que ya no funciona pero que ha quedado parado en “Buen tiempo”. El nombre, como es de esperar, proviene de la época en la que en sus locales a pie de calle se despachaba el pan para prácticamente toda la villa. En el lado contrario de la plaza se encuentra la Casa de la Carnicería, de aspecto muy parecido pero que carece de las pinturas murales. En la actualidad es un hotel de lujo.
En el centro de la plaza hay una escultura ecuestre de Felipe III y a lo largo y ancho de sus soportales se pueden encontrar algunos de los más centenarios establecimientos de la ciudad, entre los que destacan varias sombrererías, el restaurante Los Galayos y una antigua relojería con un curioso carrillón.
La Latina, el Rastro y la Cava Baja, un buen lugar para comer

Tras el aperitivo, llega la hora de buscar un buen lugar donde comer alguno de los platos típicos que nos ofrece esta impresionante ciudad. Aprovecharemos que nos encontramos en plena Plaza Mayor para desplazarnos a alguno de los barrios limítrofes para encontrar la mesa donde nos sentaremos, además de disfrutar de una de las costumbres más arraigadas de Madrid, dar un paseo por el Rastro.
Si es buena hora, puedes aprovechar para bajar un poco más hacia el corazón de La Latina y descubrir El Rastro, uno de los mercados urbanos al aire libre más importantes de occidente. Se organiza cada domingo o día festivo por la mañana en las calles de La Latina, especialmente con epicentro en la calle Ribera de Curtidores, aunque con diferentes zonas diferenciadas, abarcando multitud de calles y plazas del barrio. Entre sus puestos pueden encontrarse todo tipo de productos, desde artículos de segunda mano a libros antiguos, pasando por música, vinilos, sellos y todo tipo de obras de arte. Si todavía no has tomado el aperitivo, entre sus calles encontrarás multitud de pequeños y castizos establecimientos especializados en este “prealmuerzo”.
La opción que te proponemos para comer es salir de la Plaza Mayor en dirección al sur, hacia la popular Cava Baja, la calle de los restaurantes por excelencia. Se trata de un recorrido de unos 300 metros que discurre entre la Plaza del Humilladero, junto a la Plaza de la Cebada, y la Plaza de Puerta Cerrada. En sus fachadas se concentran aproximadamente medio centenar de bares y restaurantes, entre los que destacan algunos de los más tradicionales y reconocidos de Madrid. Entre sus restaurantes se encuentra Casa Lucio y la Taberna de los Huevos de Lucio, donde entre otras especialidades podrás degustar los Huevos Rotos más famosos de Madrid.
Sin embargo, si lo que quieres es probar un auténtico cocido madrileño, aunque hoy en día se pueden encontrar en multitud de establecimientos, uno de los más famosos también se encuentra en el Barrio de la Latina, aunque no en la Cava Baja. Se trata del restaurante Malacatín, que sirve el que es, para la mayoría de los madrileños, el mejor cocido de la ciudad. Se encuentra en la calle Ruda, junto al metro de La Latina.
El Barrio de la Latina es sin duda uno de los barrios históricos de Madrid. Sinónimo de planes de domingo, de rato del vermut, de paseos por el rastro y también de algunos de los rincones con más encantos de la ciudad, alejado de los grandes edificios y que te lleva de vuelta a los paisajes de la antigua villa de Madrid. Sus calles conservan el trazado que ya tuvieron hace siglos, como puede verse en el plano de la Villa de 1656.
Y tras este contundente almuerzo llegamos al final de nuestra escapada de fin de semana a Madrid. Ahora toca volver a nuestro hotel, recoger las maletas y prepararnos para partir hacia nuestro hogar con los deberes hechos pero con la sensación de que Madrid tiene mucho más que ofrecer.
Lo que no vemos de Madrid en un fin de semana
Si nos tuviéramos que poner a enumerar todas las cosas que nos han quedado por ver en Madrid en solo un fin de semana probablemente no acabaríamos nunca. Madrid tiene mucho que ofrecer, y con un fin de semana únicamente podemos disfrutar de algunas pinceladas de sus numerosos tesoros, la mayoría de ellos sin entrar en detalle y sin detenernos en algunos otros puntos de interés que nos requerirían prácticamente un día entero por sí mismos.
Visitar los otros museos de la ciudad

Aunque nos hemos detenido a ver toda una mañana el Museo del Prado, nos quedan por ver los otros integrantes del Triángulo del Arte de Madrid. Hemos visto de lejos el Museo Thyssen-Bornemisza y ni siquiera nos hemos acercado al Museo Reina Sofía. Ambos requieren al menos de una mañana con bastante tranquilidad y desde bastante temprano para poder, tan sólo, disfrutar de una pequeña y rápida visita por sus fondos.
Tampoco hemos pasado por algunas de las salas de exposiciones con muestras culturales que ofrece Madrid, la mayoría de ellas gratuitas o de muy bajo coste. Las principales podrían ser el CaixaForum, en el propio Paseo del Prado, o el Espacio Fundación Telefónica, en el monumental edificio Telefónica, en la Gran Vía. Aunque son decenas (incluso cientos) las que se realizan de forma simultánea en las múltiples salas de exposiciones de la ciudad, abarcando todo tipo de cultura (fotografía, pintura, historia…) y para todos los gustos.
Subir a la cúpula de la Catedral de la Almudena

La visita a la cúpula de la Catedral de la Almudena nos permitirá adentrarnos en los tesoros del museo catedralicio y, sobre todo, disfrutar de unas privilegiadas vistas del centro histórico y del Palacio Real. Sin embargo, estas vistas las podemos suplir desde miradores como el Círculo de Bellas Artes o el Palacio de Cibeles, ambos en la Calle de Alcalá, que forman parte de nuestro recorrido y que podemos combinar con un aperitivo o copa mientras disfrutamos de las vistas.
Descubrir los otros barrios de Madrid
Madrid es una ciudad de barrios. Cada uno de ellos tiene su propia personalidad. Cuando un visitante recién llegado a Madrid, lo normal es que se quede abrumado por el tamaño de la ciudad. Pero sus habitantes no son tan conscientes de dicho tamaño debido a que Madrid vive en sus barrios. Cuando llegas para vivir rápidamente te sientes identificado con uno de ellos y pasas a ser “de la latina” o “de chamberí”. Por ello, no deja de ser curioso como simplemente paseando puedes descubrir formas de vida, ambientes, edificios y locales completamente diferentes según el barrio en el que te muevas, teniendo la mayoría de ellos suficientes atractivos como para merecer la pena su visita.
Ya hemos visitado barrios como el Centro Histórico, Las letras, La Latina, Malasaña o Chueca. En el tintero nos quedan barrios de lujo como el de Salamanca, con su famosa milla de oro en la calle Serrano. O barrios castizos clásicos como Chamberí, que todavía conserva todo ese encanto de barrio pudiente pero con historia. O tampoco hemos visitado la zona de la Castellana con el Santiago Bernabéu y la zona financiera de Azca o las Cuatro Torres, con sus rascacielos.
Pero para disfrutar de todos estos barrios merece la pena disponer de más días o, al menos, tener el alojamiento en alguno de ellos. Todos están perfectamente comunicados por metro, bus y tren de cercanías con el centro de la ciudad.