Es imposible no sobrecogerse ante el paisaje inhóspito y agreste del Parque Nacional del Timanfaya. Un lienzo de lava y montañas, de negros y ocres, diseñado por las entrañas de la tierra y que contrasta de manera casi sobrenatural con las paradisiacas playas de arenas doradas que pueblan la costa de Lanzarote. Si la llaman la isla de fuego es, precisamente, por la existencia de este parque nacional, uno de los más impresionantes de España y uno de los máximos exponentes para disfrutar como nunca del paisaje lunar que nos ofrecen las recientes (menos de tres siglos) erupciones volcánicas que dieron forma a Lanzarote.
Sorprendentemente, pese a ser un terreno creado por la rabia del corazón de la tierra, sus escarpados riscos y contrastados colores producen una extraña sensación de paz y melancolía a la vez que nos trasladan a otro planeta. La vista se pierde en unas tierras llanas de colores pardos, grises, naranjas y rojos, que mueren en una salvaje y rocosa costa accidentada que parece haber sido cortada por el cuchillo de un demente. Aunque parecerás rodeado de tierra muerta, lo que los geólogos dicen es que estarás ante la oportunidad de pisar tierra prácticamente nueva, virgen, sin apenas la influencia de los siglos (ni del hombre).
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Historia del Parque Nacional del Timanfaya
En una noche de principios de septiembre de 1730, el suelo se abrió en las tierras del municipio de Yaiza y una gran montaña emergió escupiendo lava y cenizas. Pese al origen volcánico de la isla de Lanzarote, era la primera vez que la población veía algo así desde cientos de años atrás, huyendo despavoridos y dejando toda una vida atrás en algunas de las más de treinta localidades y pequeñas aldeas que fueron engullidas por la lava y la ceniza durante los más de seis años de erupciones volcánicas.
Gran parte de los lanzaroteños tuvieron que emigrar a las islas cercanas, especialmente Fuerteventura, o incluso al continente. Pero el paso del tiempo trajo la paz volcánica a la isla y una suerte de nuevas tierras fértiles gracias a la acción de las capas de ceniza que mantenían la humedad de la tierra en una región en el que las lluvias son preciadas y escasas. Sin embargo, las erupciones, aunque menores, siguieron produciéndose, especialmente a principios del siglo XIX, dotando al la zona de su actual configuración, sin apenas cambios desde entonces, ni por la fuerza de la naturaleza ni por la mano del hombre.

En la década de los 70, poco antes de convertirse en Parque Nacional, el Cabildo de Lanzarote decidió acometer una esperada intervención en el terreno para protegerlo y, a la vez, dotarlo de la suficiente personalidad para atraer, cada año, a millones de visitantes. Se le encargó dicha tarea, como no podía ser de otra forma, al pintor, arquitecto y escritor César Manrique, que junto con su habitual equipo de trabajo se encargó de dar forma al centro de visitantes, al restaurante el Diablo (donde podrás comer asados al calor del volcán) y a la Ruta de los Volcanes, el principal recorrido turístico que puede realizarse, en guagua, por el parque.
En 1974 el lugar fue declarado Parque Nacional, con una extensión de 51 kilómetros cuadrados que incluyen tanto tierras de interior como una escarpada costa donde la lava directamente se mezclaba con la inmensidad del océano. Cada año pasan por sus puertas 1.8 millones de visitantes, siendo el segundo parque más visitado de las Islas Canarias (y cuarto de España), tan solo superado por el del Teide en Tenerife.
Timanfaya es hoy el nombre genérico que recibe el «Parque Nacional» de Lanzarote, pero antes lo era sólo de una serie de montañas surgidas de las erupciones de 1730-1736, y antes aun el nombre de un poblado que fue destruido por la lava y ceniza surgidas de la erupción.
Visitando el Parque Nacional del Timanfaya
Las Montañas de Fuego, como se conoce habitualmente a los 35 cráteres que forman el Parque Nacional del Timanfaya, pueden visitarse de diferentes formas, andando o incluso en camello (aunque en realidad son dromedarios), aunque es precisamente la Ruta de los Volcanes diseñada por César Manrique y que se recorre en guagua (autobuses autorizados) la más habitual para, en apenas 45 minutos, descubrir los principales tesoros que este terreno mágico y agreste ofrece a sus visitantes.
La ruta de los Volcanes (recorrido en guagua)

El recorrido en guagua a través de la Ruta de los Volcanes es la visita más habitual para adentrarse en las montañas de fuego. Viene incluido con el precio de la entrada al Parque Nacional. Para disfrutar del recorrido simplemente deberás adentrarte en el parque en dirección al restaurante El Diablo (diseñado por César Manrique y en el que podrás degustar carne asada con el propio calor del volcán) y situado en el denominado Islote del Hilario. En cierto momento, tras ver el tradicional cartel con el diablillo que anuncia la entrada en las Montañas de Fuego, tendrás que pagar la entrada y la carretera te dirigirá hasta un aparcamiento gratuito desde el que, al bajar de tu vehículo, te dirigirán hacia alguno de los autobuses (o guaguas) que hacen el recorrido a través de los cráteres y espectaculares paisajes volcánicos.
Debido a la gran afluencia, es recomendable acudir a primera hora de la mañana para no tener que esperar, especialmente en la zona en la que se paga entrada desde el mismo vehículo, pues en temporada alta se forman largas colas.
Una vez en la guagua que te asignan, se inicia un recorrido por la conocida como Ruta de los Volcanes. Este camino zigzagueante y estrecho fue diseñado por César Manrique y su equipo con la idea de ofrecer una muestra de lo más espectacular del Parque Nacional de Timanfaya pero con el menor impacto visual y natural. El estrecho camino recorre los principales cráteres de las Montañas de Fuego, atravesando un árido paisaje con colores que van negro al rojo, con todos los tonos imaginables de grises y marrones que se entremezclan con el blanco de los líquenes que comienzan a ganar terreno porque, aunque no lo parezca, conviven allí más de 180 especies vegetales. En ocasiones tendrás la sensación de estar recorriendo Marte y en otras de que te estás adentrando en el centro de la tierra. Podrás sentir el sobrecogedor poder del fuego y la melancolía de sus paisajes a cada paso.
Durante todo el recorrido, de unos 45 minutos, nos acompañará una voz en off en varios idiomas que sonará de fondo en el autocar y que nos irá indicando los principales atractivos que podremos disfrutar a derecha e izquierda del vehículo, con ciertas paradas (aunque sin posibilidad de bajarse de la guagua) en los puntos álgidos del recorrido. Y precisamente este es el principal inconveniente de la Ruta de los Volcanes. La alta afluencia y frecuencia de los vehículos que recorren el camino hacen imposible unas paradas en miradores desde los que poder hacer espectaculares fotografías desde fuera del vehículo, por lo que dependiendo de en qué lado del autobús estés podrás hacer unas fotografías o no. Igualmente, al tratarse el audio de una locución grabada y no de guías en directo hacen que las explicaciones puedan dejarte algo frío. Sin embargo, tan solo por la belleza de los paisajes y por la posibilidad de visitar tierra virgen todavía no erosionada ni modificada por el tiempo o el hombre, merece completamente la pena. Esta misma Ruta de los Volcanes puede realizarse también con alguna excursión guiada con guagua autorizada para realizar el recorrido, que suelen hacer alguna parada más larga (aunque tampoco demasiado) y unas explicaciones más personalizadas.
Tras el recorrido en guagua, nos bajaremos en el mismo punto en el que iniciamos el camino, junto al Restaurante el Diablo. En uno de sus laterales, con el espectacular paisaje de las Montañas de Fuego de fondo, podrás disfrutar de una serie de demostraciones geotérmicas en las que el fuego y el vapor son los protagonistas. Cada pocos minutos, un miembro del equipo de Parque Nacional demostrará, con especial regocijo de los más pequeños de la casa, como el calor de un volcán activo convierte la paja en fuego y el agua en un espectacular geiser.
Para terminar la visita, no podemos irnos del restaurante El Diablo sin visitar su peculiar parrilla en la que asan la carne directamente sobre un pozo que se adentra en las entrañas del volcán y que permite usar el poder geotérmico de la zona para cocinar. Sin duda, una peculiar forma de comer que difícilmente podrás encontrar en otra parte del mundo y que, además, le aporta un sabor especial a la comida.
Ruta Senderista de Tremesana

La ruta senderista de Tremesana, por su facilidad y accesible recorrido es la mejor opción para disfrutar del Parque Nacional de Timanfaya pisando su tierra y sintiendo el poder de su naturaleza directamente sobre nuestros pies. Se trata de una fácil caminata de unos dos kilómetros con una dificultad mínima que te llevará unas tres horas aproximadamente. Para realizarla deberás contar, obligatoriamente, con los servicios de un guía, que acompañará al grupo (máximo siete personas) en todo momento indicando el camino y facilitando todas las explicaciones necesarias para disfrutar de este espectacular camino. La salida se produce desde el Centro de Visitantes Mancha Blanca, desde el que partirás en un vehículo 4×4 hasta el inicio de la ruta. Durante el recorrido descubrirás espectaculares formaciones geológicas a través de un espectacular paisaje aparentemente muerto pero que ofrece una variada fauna y flora, destacando especialmente los líquenes, pequeños invertebrados y algunos lagartos autóctonos de Lanzarote (y con suerte algún conejo o alguna perdiz).
Se trata de una actividad gratuita y con plazas muy limitadas que se realiza únicamente los Lunes, Miércoles y Viernes, por lo que la recomendación es reservar con antelación. Puedes hacerlo por teléfono (928 840 839), e-mail (manchablanca@oapn.mma.es) o personalmente en el Centro de Visitantes Mancha Blanca. Recientemente se ha habilitado también la reserva de plazas online desde la Central de Reservas de Parques Nacionales.
Ruta Senderista del Litoral

De una considerable mayor dificultad que la Ruta de Tremesana, se trata de un recorrido senderista que puede realizarse por libre o mediante guías oficiales (reservando previamente) y que recorre la costa oeste del Parque Nacional de Timanfaya desde la localidad de El Golfo. Se trata de un sendero abrupto de dificultad media-alta no apto para todos los públicos. Durante sus más de 10 kilómetros y cinco horas de duración descubrirás algunas de las playas más salvajes de Lanzarote, donde la lava se adentra directamente en la inmensidad del océano, así como impresionantes acantilados y formaciones geológicas, todo esto acompañado de una fauna marina (principalmente aves, moluscos, cangrejos y lapas) que comienzan a ganar la batalla al volcán tras desaparecer todo signo de vida de la zona hace poco más de dos siglos.
Se trata de una actividad gratuita que puede realizarse de forma autoguiada o reservando una plaza en algunos de los grupos que se forman un único miércoles de cada mes y que realizan el trayecto acompañados de un guía oficial. Para reservar, puedes hacerlo por teléfono (928 840 839), e-mail (manchablanca@oapn.mma.es) o personalmente en el Centro de Visitantes Mancha Blanca. Recientemente se ha habilitado también la reserva de plazas online desde la Central de Reservas de Parques Nacionales.
¿Cómo llegar al Parque Nacional del Timanfaya?

Con una superficie total de más de 5.000 hectáreas, el Parque Nacional del Timanfaya, también conocido como Las Montañas de Fuego, se sitúan al suroeste de la isla de Lanzarote. Al no tener un acceso directo en autobús público, la mejor forma de llegar al parque es en vehículo propio (lo más normal si has venido a Lanzarote en avión) o mediante una excursión organizada (muy habitual si estás en una visita de un día desde la cercana Fuerteventura).
Si vienes en vehículo propio, encontrarás el acceso a las Montañas de Fuego desde el municipio de Yaiza, mediante una espectacular carretera (LZ -67) que se adentra recta a través de la lava o malpaís hasta que, pasado el echadero de camellos, verás a tu izquierda el típico diablillo que anuncia la entrada al parque. A ciertas horas puntas y en épocas de alta ocupación sufrirás largas colas en este punto, en el que deberás pagar la entrada. Una vez accedido al parque todavía nos quedarán unos pocos kilómetros hasta alcanzar el Centro de Visitantes y el aparcamiento gratuito donde podremos montarnos en las guaguas para disfrutar de la Ruta de los Volcanes.
El Parque Nacional de Timanfaya se encuentra situado a poco más de 20 kilómetros de Puerto del Carmen, 30 kilómetros de Arrecife y 27 kilómetros de Playa Blanca (donde te dejará el ferry si vienes de excursión desde Fuerteventura).
Si no dispones de coche, el acceso no es demasiado fácil. Deberás llegar en guagua hasta la localidad de Yaiza, desde la que deberás coger un taxi hasta el Parque Nacional. Eso sí, algo más complicado lo tendrás para conseguir un taxi que te vaya a recoger al parque para devolverte al pueblo.
Horarios y Precios para visitar el Parque Nacional del Timanfaya
El Parque Nacional de Timanfaya abre sus puertas todos los días del año de 9 de la mañana a 17:45 de la tarde. El último autobús parte del centro a las 5 de la tarde. Durante los meses de verano (julio, agosto y septiembre) se extiende el horario hasta las 7 de la tarde con la última guagua partiendo a las 6 de la tarde.
Los precios en 2021 son de 12 euros para los adultos y de 6 euros para los menores de entre 6 y 12 años. Los menores de 6 años no pagan. Con el precio está incluida la Ruta de los Volcanes, las demostraciones geotérmicas y el servicio de aparcamiento.